La lluvia de otoño me da la bienvenida al aterrizar en el aeropuerto de Falcone – Borsellino. Ubicado en Punta Raisi, a 35 kilómetros de la capital de Sicilia, hace honor a la memoria de dos jueces asesinados por la mafia en el año 92. Pronto aprenderé que la sombra de la Cosa Nostra aún sigue muy presente en este rincón del sur de Italia, en esta ciudad que trata de renovarse y sacudirse el estigma del crimen a tiro de gánsgter: Palermo ha sido durante décadas la capital de la Mafia.
El Renacimiento de Palermo, Capital Cultural 2018.
Las calles mojadas me conducen entre motos y paraguas hasta el señorial edificio del Ayuntamiento. Leoluca Orlando, el alcalde de Palermo, sabe bien lo que es batallar contra los poderes en la oscuridad. Durante años ha centrando sus esfuerzos en extirpar este tumor maligno de los círculos políticos. Amenazado por los capos, tuvo que marchar al exilio. Hoy su lucha continua, en un ambicioso proyecto destinado a barrer el lastre que tildaba a la ciudad de peligrosa y trabajar por la integración del flujo de inmigrantes. Aunque yo nunca había estado en Palermo, parece que su afán empieza a dar frutos. Ciertamente, no me pareció insegura. Y en 2018 estrena el título de «Capital Italiana de la Cultura». Todo un logro que significa que empieza a resurgir.
La ciudad de Palermo fue la primera parada de mi ruta de 5 días por Sicilia.
Palermo, entre las ciudades menos visitadas de Italia.
Animada, Palermo se limpia la cara. Se peatonaliza su centro. Hay un autobús gratuito a disposición de los turistas. Se espera con ilusión a unos visitantes que siempre brillaron por su ausencia, resistiéndose a venir. La capital de Sicilia encabeza el ranking de las ciudades menos visitadas de Italia. Tarea compleja el escalar posiciones en un país con Roma, Florencia o Venecia por bandera, entre otros muchos tesoros.
Sicilia, cruce de culturas.
Porque de cultura y monumentos Palermo no anda escasa, precisamente. Ubicada en mitad del Mediterráneo, sus costas han sido cruce de caminos de fenicios, griegos y romanos, árabes y bizantinos, normandos y aragoneses. Este crisol de civilizaciones le dejaron su estela, trazando una urbe muy particular, con personalidad propia. Vibrante y cosmopolita, tan pronto me parece estar en Viena como en un mercado del norte de África. A escasos metros del glamour del teatro Massimo, el tercero más grande de Europa, se localiza el concurrido mercado del Capo.
Museo Arqueológico de Palermo.
Para empaparme de Historia, la primera lección la tomo en el Museo Arqueológico. La segunda colección de arte etrusco más extensa del mundo, tras el Arqueológico de Roma, se exhibe en estas paredes muestra del pasado de esa Sicilia pieza angular del Mare Nostrum, coronada por el majestuoso Etna. Aunque la joya del museo es egipcia: la mítica Piedra Negra.
La catedral árabo-normanda de Palermo.
Avanzando en el tiempo, el segundo atracón de cultura me sorprende con un término artístico nuevo: el estilo árabe- normando, propio de Sicilia, que fusiona lo bizantino y árabe con las influencias de los pueblos normandos asentados en la isla. Un eclecticismo palpable en su majestuosa catedral rodeada de palmeras, con planta de cruz latina y pórtico de tres arcos aragonés. Las piedras preciosas y el lapislázuli envuelven las capillas laterales hasta la principal, donde se rinde culto a Santa Rosalía, patrona de la ciudad.
El tesoro del Palacio de los Normados.
De austero exterior, no se intuye el tesoro que ocultan los muros del Palacio de los Normandos. El dorado de los mosaicos bizantinos me deslumbra en la impresionante Capilla Palatina, la visita más esencial de Palermo. El patio cuadrado se estructura en niveles. El piso superior son lujosos salones y aposentos que pertenecieron a los monarcas italianos. A lo largo del pasillo se distribuyen las estancias, algunas de ellas rebautizadas, como la Sala Pío la Torre. Aquí también se recuerda a los caídos en la lucha contra la mafia.
Una visita a las Basílicas de Palermo.
Las iglesias de Palermo son para dedicarles toda una jornada. Desde la más antigua, San Giovanni el Eremita, con un bello claustro, la barroca basílica de San Cataldo, donde la paz me invade con voces celestiales, o el sobrecogedor recuerdo a Bizancio dibujado en las cúpulas de La Martorana, de espaldas al Ayuntamiento.
Las catacumbas de los Capuchinos.
Inquietante a la par que imprescindible, la visita a las catacumbas de los Capuchinos. Un museo de la muerte en el que los habitantes de hace varios siglos miran con sus cuencas vacías a los que hoy se atreven a perturbar su descanso. El rincón de los infantes, las vírgenes vestidas de blanco, los profesores, los militares y otros profesionales libres… Descender esos escalones es como penetrar al universo animado del Inframundo de una película de Tim Burton. Que me perdonen los monjes la comparación. Dentro no se permiten las fotografías, por respeto a un lugar sagrado.
El castillo de la Zisa.
Esa mezcla de árabe y conexión con la arquitectura de al-Andalus, al fin y al cabo no estamos tan lejos, la encuentro en el castillo de la Zisa. Otro emblemático monumento con celosías y arabescos en el barrio donde la mafia actuó por última vez, disparando a Danotti, un capo excarcelado en mayo de este mismo año.
Arte urbano y huellas de la Segunda Guerra Mundial.
Siempre de espaldas al mar -parece que la ciudad mirara para dentro o se protegiera de él- caminar Palermo es callejear la vida que trascurre de puertas a fuera. En los callejones dormita un perrito. Los gatos se acercan a saludarse en sus plazas, rodeadas de fachadas desconchadas, de palacios decadentes donde modernas Julietas tienden la colada.
El mercado de la Vucciria.
Ruidosa, un tanto caótica y desordenada, disfruto de sus travesías y sus alegres mercados. El alma de la ciudad se vende a grito de fruta y pez espada: una de las especialidades de la cocina siciliana es la pasta con este pescado. Además del cannoli, el dulce de la muerte usado en «El Padrino». Junto a la Vucciria, cuyo suelo se empapa al rebosar las cubetas con productos de la mar, los artistas callejeros han ido plasmando de color y reivindicaciones espacios de la ciudad destinados ahora a la reflexión y la memoria.
Si la mafia ha sido el azote de Palermo, la Segunda Guerra Mundial también dejó su terrible marca que aún es visible: por todo el centro hay edificios que fueron bombardeados, como el hotel Patria, y nunca reconstruidos.
Así conviven en sus calles y callejones de la ciudad vieja ruinas con palacios rehabilitados en museos, frente a terrazas de cine como la del Gattopardo.
Piazza Vittorio Emanuele Orlando.
En la Piazza Vittorio Emanuele Orlando se alza imponente el Palacio de la Justicia, en cuya pared destaca un cartel con fotografías de varias víctimas de la mafia. Construcción de era Fascista, de líneas sobrias y rectas, es el recuerdo de una época a olvidar para muchos, aunque las pintadas sobre la Vía Roma griten «Scosso Vive».
Un lugar perculiar, Palermo. Repleto de contrastes. Colmado de vida.
Datos prácticos:
Dónde alojarse en Palermo: reservé un apartamento, Sofía House, económico y limpio, a quince minutos caminando del centro.
Sigue viajando por Italia en el blog:
- Qué ver en Catania, la ciudad del Carpe Diem.
- El Etna por la ruta del pistacho.
- Taormina, el paraíso en la tierra de Goethe.
- Herculano y Pompeya, la furia del Vesubio.
- La vida es bella en Génova.
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Kris
Estuve en Sicilia hace unas dos décadas, un época en la que poca gente se planteaba visitar esta isla italiana. Y te prometo que a la vista de tus fotos, esas que muestran la ciudad más allá de sus monumentos, la ciudad sigue teniendo el mismo aspecto. Las ruinas siguen ahí y ese aspecto decadente sigue tatuado en sus calles. Recuerdo una ciudad pobre, de gente con mirada recelosa y poco amiga de mencionar a la mafia… Supongo que debe ser complicado convivir cada día con algo así. Un abrazo.
cosmopolilla
Sí, una marca así supongo que es difícil de borrar, aún así supongo que va a mejor (por lo que me contaron) rehabilitando palacios, monumentos y museos, ya no es una ciudad insegura y el hecho de peatonalizar el centro le da otro ambiente a la ciudad. Si vuelves, ya contarás tus impresiones del «antes y el después». un abrazo
Maruxaina Bóveda
Me ha gustado mucho el paseo por Palermo. Tengo muy pendiente viajar a Sicilia, así que me guardo tu post para no perderme nada. Un abrazo guapa!
cosmopolilla
Gracias guapa, Palermo te encantaría ¡y toda Sicilia en general!