Cabo Espartel, qué ver en Tánger
África Marruecos

Qué ver en Tánger, crisol de culturas

Escrito por la
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27 abril, 2017

Sopla el Levante desde un Mediterráneo jaspeado de espuma. Se cuela por las grietas de la muralla de la kasbah, haciendo tintinear las lámparas moriscas suspendidas en las puertas. Se esparcen al aire las hojas púrpuras de las buganvillas. Una gata tricolor busca refugio en las travesías más estrechas. Lejano, resuena el eco de la llamada a la oración. Es la hora del crepúsculo y la ciudad parece casi vacía, fantasmal. Sólo animada por ese viento que hoy es un habitante indeseado, pero tan antiguo como el Tiempo que ha pasado sin piedad por Tánger

La kasbah, qué ver en Tánger

La kasbah, qué ver en Tánger, norte de Marruecos

Hasta que se abre una puerta: la del café Baba, donde el humo de los fogones calentando agua para el ritual del té se mezcla con el de una pipa de agua. Risas, juegos de mesa. Las miradas de los que vivieron el esplendor dorado de Tánger permanecen congeladas en la pared, invitando a soñar con épocas mejores. Retengo esta frase a modo de profecía: «Tánger es como el ave fénix, se marchita para morir y renacer de sus cenizas». Así sea.

Café Baba, qué ver en Tánger

Café Baba, qué ver en Tánger

A la vuelta de la esquina…

Los sastres hilan con sus telares manuales. Los artesanos del metal trabajan la plata con monótono retintín. Los músicos veteranos de les Fils du Detroit afinan el laúd. Las encargadas de Las chicas despachan algún artículo tan único como sus sonrisas…

Tiendas de artesanos del metal, qué ver en Tánger

Tiendas de artesanos del metal, qué ver en Tánger

Porque hay muchas Tánger dentro Tánger. Como si de una muñeca rusa se tratase, cada vez que se destapa una se descubre otra, diferente. Multicultural, cosmopolita, refugio de artistas, espías y estrellas… Tánger es un crisol de culturas donde convergen Oriente y Occidente, tal y como hacen las aguas del Mediterráneo y el Atlántico, fundiéndose bajo su atalaya en eterno abrazo.

Vistas del Estrecho, qué ver en Tánger

Vistas del Estrecho, qué ver en Tánger

«Nacer en Tánger me vacunó de por vida contra la intolerancia». Jean – Luc Mélenchon

Ese viento de levante es el que hoy me traído hasta aquí, a la puerta de África. Me alborota el cabello mientras disfruto de perderme por la medina, de asomarme a sus rincones más típicos y a los más secretos, gracias a Farid, nuestro guía, dispuesto a mostrarnos el embrujo de Tánger en un día. Porque Tánger se huele, se saborea, se escucha, se siente… Y sobre todo se comprende conectando con los tangerinos, los de hoy y los de antaño. Porque para ser tangerino no hay que nacer en Tánger, sólo querer serlo.

Puesto de comida, qué ver en Tánger

Puesto de comida, qué ver en Tánger

Lugares que ver en Tánger en un día, la ciudad más cosmopolita de África. 

«Tánger es una ciudad mítica y el mito no se explica. Un pueblo, una ciudad sin mito es un pueblo muerto». Mohamed Chukri.

Entrada a la Medina, qué ver en Tánger

Entrada a la Medina, qué ver en Tánger

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La gruta de Hércules y el mito de la fundación de Tánger.

En el mar comenzó todo, a catorce kilómetros de la que hoy es Tánger. En esa costa caprichosa donde las olas esculpieron huecos y fisuras se manifestó un gran héroe de la antigüedad, hijo de Zeus: Hércules, buscando descanso antes de uno de sus trabajos, el de cortar las manzanas del jardín de las Hespérides. Según cuenta la leyenda, en estas tierras junto al Estrecho vivía el gigante Anteo y su esposa Tanja (Tingis para los romanos), con quien casó Hércules tras dar muerte al coloso. Fue el hijo de Tanja el que fundó la ciudad en honor a su madre, destinada a custodiar el umbral de África y puerto de paso obligado entre el Mare Nostrum y lo desconocido.

La Gruta de Hércules, qué ver en Tánger

La Gruta de Hércules, qué ver en Tánger

Nota: te puede interesar este artículo con consejos de seguridad para viajar a Marruecos por libre.

Tánger, legado de la cultura mediterránea.

Sigue soplando el levante, alternando con días de sol, cielo nítido y mar transparente. Por ese mar arribaron los navegantes desde los cuatro puntos cardinales: fenicios, romanos, árabes, vándalos, cartagineses… Vasijas, monedas, cerámicas, puñales, sepulcros y mosaicos se conservan en el museo de la Kasbah, el antiguo palacio del sultán Dar el-Makhzen (Casa de Gobernación) como testimonio de los Imperios que nacen y mueren a manos de los hombres. Un legado heterogéneo que va configurando las piezas de ese rompecabezas gigante y ecléctico que es la Tánger de hoy.

Museo de la kasbah, qué ver en Tánger

Museo de la kasbah, qué ver en Tánger

Consejo: si es tu primera vez en la ciudad, te recomiendo hacer un free tour por Tanger.

Los vestigios de civilizaciones en el Museo de la Kasbah.

Camino despacio por las salas de este antiguo palacio, por su patio de capiteles corintios, la sala del trono, la de la Cúpula Verde y la del tesoro… No lo puedo evitar. Las reminiscencias de al-Andalus en paredes y azulejos transportan mi mente automáticamente a mi querida Alhambra, el palacio de los nazaríes.

Azulejos, museo de la Kasbah, qué ver en Tánger

Azulejos, museo de la Kasbah, qué ver en Tánger

Patio, museo de la kasbah, qué ver en Tánger

Patio, museo de la kasbah, qué ver en Tánger

¿Qué guardarán esas ánforas? ¿Los huesos, las cenizas de algún noble patricio? ¿Cómo sería vivir en Tánger entonces? Las sirenas del Atlántico empujan una nave a buen puerto, supongo que a alguno de ese mapa «invertido» del Mediterráneo que dibujó el cartógrafo Moussa Ibn Noussair. Aunque mucho más allá de sus costas se aventuró Ibn Matuta, el primer gran viajero tangerino, contemporáneo a ese otro gran viajero de leyenda: Marco Polo.

Restos arqueológicos, museo de la Kasbah, Tánger

Restos arqueológicos, museo de la Kasbah, Tánger

Mapa del Mediterráneo de Ibn Matuta, Tánger

Mapa del Mediterráneo de Ibn Matuta, Tánger

Mosaico romano, museo de la Kasbah, qué ver en Tánger

Mosaico romano, museo de la Kasbah, qué ver en Tánger

El Jardín Andalusí.

Una de esas puertas secretas conduce a cielo abierto, al jardín andalusí. Un respiro al bullicio de la ciudad donde se evadía el sultán, antiguo señor de este palacio. Un huerto, el pozo, palmeras, naranjos… Y flores que danzan con la brisa. Tortugas de tierra que calientan su sangre fría al sol primaveral. Sencillamente, un vergel en el que sentarse plácidamente, a ver pasar la vida.

Jardines del museo de la kasbag, qué ver en Tánger

Jardines del museo de la kasbag, qué ver en Tánger

Notas andalusíes en le Fils du Detroit.

Pero mi reencuentro con al-Andalus no acaba en el palacio. Sonidos que conectan con mi infancia al sur de Granada provienen de una puerta pequeña, que aunque permanece abierta invitando a entrar pasa desapercibida, justo en la bajada del museo de la Kasbah. En la Asocación de veteranos de musica andalusí se entona una canción que evoca nostalgia, acompañada del rasgar de un laúd, un violín y un pequeño tambor que marca el compás de una música casi olvidada, que esta asociación trata de conservar enseñando gratuitamente a los jóvenes tangerinos. Música que aún sabe mejor con el sorbo de un dulce té a la menta.

Cierra los ojos. Sólo escucha. Viajemos en el tiempo a al-Andalus…

Tánger bohemia, ciudad de artistas y espías.

Mi paseo continúa por la ciudad amurallada, de callejones y laberintos donde coexisten tradición y modernidad, el Tánger conservador y el bohemio. Ese pasado de ciudad con estatuto internacional se refleja en los edificios señoriales del consulado francés o estadounidense. Tánger fue cuna de rebeldes, de músicos, un punto de encuentro donde exiliados europeos discutían sobre el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Para, detente un segundo… ¿No es aquella Rita Hayworth vestida de Gilda? ¿O tal vez es Bárbara Hutton, preparando una de sus excéntricas fiestas? ¿No está sonando Rock the kasbah, que compusieron al calor de un café The Clash?

The Clash, punk rock. Fuente: Shutterstock

The Clash, punk rock. Fuente: Shutterstock

Las chicas de Tánger.

Para ver sólo hay que saber mirar… El Tánger tradicional que se muestra al visitante en su zoco de tiendas de hilos de mil colores, babuchas, lámparas o aceite de argán para la eterna belleza… El moderno, en galerías de arte que se camuflan como una casa más: Volubilis, con exposición de artistas locales, reflejando en sus lienzos esa luz que un día inspiró a Matisse. Las chicas, una «concept store» de artesanía, ropa y objetos reciclados, regentada por una generación de tres mujeres escritoras y cineastas. Todo eso es Tánger. Todo ello convive, en una sinfonía casi perfecta.

Las Chicas, concept store, qué ver en Tánger

Las Chicas, concept store, qué ver en Tánger

Las Chicas, Tánger

Las Chicas, Tánger

El Zoco. Perderse y volverse a encontrar…

Por esas callejas donde fluye la vida. Telas de colores, cueros, souvenires… El mercado de pescados y mariscos, donde los gatos pedigüeños esperan su premio. Flores y especias. Cafés para degustar té con cacahuetes. Se escuchan varios idiomas. Jóvenes que andan con velo y sin él. Todos los caminos parecen llevar al Gran Zoco: la plaza 9 de abril, espacio de reunión y algarabía.

Telares, Tánger

Telares, Tánger

Sastrería, kasbah de Tánger

Sastrería, kasbah de Tánger

Destacan mirando al cielo el minarete de la mezquita de Sidi Bou Abid y la torre de la iglesia anglicana de St Andrew. ¿Ciudad con pluralidad de confesiones? También, en sus iglesias católicas como la de la Purísima Concepción o la Sinanoga de Massaat Nahom, la más relevante de Tánger.

Tánger, iglesia y mezquita

Tánger, iglesia y mezquita

La ciudad moderna de Tánger.

Extramuros, se revela la Tánger modernista, cuya vida cultural se desprende de sus cines y teatros, como el Gran Teatro Cervantes. Festivales de cine, de música jazz, tratan de revivir el espíritu ilustrado que un día fue su bandera. Hoteles y cafés legendarios han aguantado estoicamente el embiste de la decadencia, como el emblemático Café París en la plaza de Francia… ¿No es aquella Ava Gadner, asomada al balcón de su habitación del Hotel Continental?

Cartel, festival de cine de Tánger

Cartel, festival de cine de Tánger

Ahora estamos en el barrio del Marshan, con sus fachadas pintorescas. Sobre el acantilado, los restos de la necrópolis púnica de casi cien tumbas talladas en la roca se ha convertido en mirador, desde el que se divisan tejados, terrazas y minaretes. Tengo el azul intenso del Estrecho a mis pies. Aunque la bruma me impide ver la otra orilla intuyo que está próxima, en la línea del horizonte… Indudablemente romántico, este es uno de los lugares favoritos de los tangerinos para despedir al sol.

Necrópolis púnica, qué ver en Tánger

Necrópolis púnica, qué ver en Tánger

Tánger y el bosque del rey de la montaña.

Dentro de Tánger existe un bosque que cae al mar, a tan sólo siete kilómetros de su centro histórico. En su espesura vivía el rey Suli, Ahmed al-Raisuli, personaje mítico que llegó a gobernador de Assilah. Más conocido como el «Robin Hood» tangerino, se enfrentó al mismo Roosevelt provocando un conflicto internacional tras secuestrar a Ion Perdicaris, hijo de un magnate estadounidense de origen griego . Pero nada pudo hacer el león contra el viento, a pesar de los siete buques de guerra que lanzó en su contra.

Bosque de Tánger

Bosque de Tánger

Villa Aidonia.

Ganó el rey de la montaña, consiguiendo sus demandas y liberó a Perdicaris, de quien se dice que tal vez padeciera síndrome de Estocolmo, pues terminó siendo amigo del secuestrador. Sin embargo, la elegante villa Aidonia, casa de Perdicaris, cayó en el abandono y pasó a ser un lugar lúgubre y solitario, añorando la época en que inspirara al propio Winston Churchill a escribir. En la actualidad, se rehabilita como museo y sala de exposiciones.

Casa de Perdicaris, qué ver en Tánger

Casa de Perdicaris, qué ver en Tánger

Viaje de ida y vuelta: la luz del cabo Espartel. 

Y el viento de levante nos trae de vuelta a la periferia de Tánger, a ese mar y esa cueva donde comenzó todo. Bajo el faro con forma de mezquita construido en 1865, en un monte de jaras y alcornoques, se fusionan dos aguas en sólo una.

Faro del cabo Espartel, qué ver en Tánger

Faro del cabo Espartel, qué ver en Tánger

Sabor a Tánger: de la calle al palacio.

Ya advertí al principio: Tánger también se come. No es la primera vez que alabo la sabrosa gastronomía marroquí, la cual me apasiona. ¿A qué sabe Tánger? A un batbout relleno de aceitunas y ensalada en sus mostradores callejeros. También a la «mejor tortilla del mundo», en el puesto azul justo enfrente del café Baba. A un almuerzo a base de cous cous de viernes en el Marhaba Palace, palacio judío del S.XVIII, cuyos cristales de color se proyectan sobre las alfombras creando una atmósfera mágica.

Palacio Marhaba, restaurantes en Tánger

Marhaba Palace, restaurantes en Tánger

Cous cous, comer en Tánger

Cous cous, Marhaba palace, comer en Tánger

Tánger sabe a una harira y una deliciosa pastela, la más rica que he comido hasta ahora, en Le Nabab, restaurante de diseño en pleno corazón de la kasbah. Para beber, una cerveza Casablanca, fresquita. O, tal vez algo más delicatessen: una copa de vino gris. ¿De postre? Tarta de limón, dulce típico tangerino fresco y mediterráneo, como ella.

Tarta de limón

Tarta de limón

Dulces sueños en el riad La Tangerina.

Y, casi sin darme cuenta, ha caído la noche en Tánger. Mi casa es un riad familiar y auténtico: La Tangerina. Diez habitaciones alrededor de un atrio decoradas con gusto y esmero. Me atrapan las vistas al Estrecho, y a toda Tánger, desde su espectacular terraza.

Vistas de Tánger desde la terraza de La Tangerina

Vistas de Tánger desde la terraza de La Tangerina

Levantarme con el parloteo de las gaviotas, el rumor del mar… Desayunar café y fresas que nunca perdieron su sabor, mermeladas caseras y queso fresco… Acariciada por el sol y la brisa. Este es uno de esos momentos en los que deseas que el tiempo se detenga para siempre, aquí en Tánger, la ciudad cosmopolita

Desayuno en riad La Tangerina, Tánger

Desayuno en riad La Tangerina, Tánger

… Quedarme en Tánger, el crisol de culturas que siempre quiso ser, como un caleidoscopio de mil colores y fragmentos, acogiéndonos a los forasteros susurrándonos que no: nunca lo fuimos. En realidad, estamos reencontrándonos con una parte de nosotros que un día perdimos y que, al regresar aquí, se despierta.

La cosmopolilla en Tánger

La cosmopolilla en Tánger

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12 Comentarios
  1. Responder

    Vir

    27 abril, 2017

    Qué chula la gruta de Hércules! me has transportado hasta allí mismo con tus palabras!

    • Responder

      cosmopolilla

      4 mayo, 2017

      ¡Graciaaas compi! La ruta es una maravilla 🙂

  2. Responder

    EuropeosViajeros

    27 abril, 2017

    Que viaje tan bonito, de nuevo a Marruecos, y genial el patio de Kasbah

    • Responder

      cosmopolilla

      4 mayo, 2017

      Je je ¿volvemos a Marruecos? 🙂

  3. Responder

    Maruxaina

    29 abril, 2017

    Qué post más completo (y bonito como siempre) Patri, ¡habéis aprovechado genial el tiempo! Yo a Tánger me obligué a darle una segunda oportunidad, la primera visita no fue nada bien y no quería quedarme con ese mal recuerdo. Acerté porque descubrí rincones y gente maravillosa 🙂
    Me guardo tu post para seguir descubriéndola, ¡ojalá que pronto!
    Un besazo!!

    • Responder

      cosmopolilla

      4 mayo, 2017

      Gracias, claro que sí hay que dar segundas oportunidades… Y volver porque siempre se descubren rincones nuevos. Besos

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Patricia Rojas
Barcelona

¡Hola! Soy Patri, periodista y apasionada de los viajes. Andaluza de Motril (Granada) desde 2013 escribo en lacosmopolilla.com relatos de lugares y gentes del mundo. En mi web encontrarás completas guías de países y ciudades, consejos para ahorrar viajando, rutas en coche o artículos sobre gastronomía local. ¿Viajamos juntas?

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