Breve pero intensa. En mi segunda ruta por Vizcaya he aprendido muchas cosas. Una nueva palabra en euskera: «bihotz» (corazón) que significa literalmente «dos voces»: descripción gráfica para el latido doble que nos da la vida. Que el Olentzero y Mari Domingi viven en el caserío Landetxo Goikoa, el más antiguo de Bizkaia, rodeados de seres fantásticos del folclore y la mitología vasca. Cómo jugar (o intentarlo) a cesta punta en uno de los frontones más importantes del mundo: el de Jai-Alai en Gernika. Que la Terreña es una raza de vaca autóctona y pasta en los verdes prados del Parque Natural de Gorbeia, junto con caballos y ovejas que producen algunos de los quesos más deliciosos de la península ibérica. Y es que el leitmotiv de este viaje ha sido adentrarme por el interior de la provincia, descubrir la Vizcaya más rural y auténtica.
Más allá de los encantos de Bilbao y su famoso Guggenheim, polo de atracción mundial, existen siete comarcas entre el mar Cantábrico y la montaña. Comunicadas antaño entre sí por los montes bocineros, los pueblos de interior son los guardianes de las tradiciones y una forma de vida que apuesta por la economía circular, los productos de cercanía y calidad, lo artesano. En un mundo dominado por la globalización y la inmediatez, la Euskadi rural con sus caseríos centenarios donde reina la paz, es el lugar perfecto para parar y disfrutar, copa de vino en mano y chimenea.
Contenido del artículo
Ruta por Vizcaya en 3 ó 4 días
En este itineario por Vizcaya voy a proponer lugares y experiencias no tan típicas. Si es la primera vez que se visita esta provincia sí que recomiendo descubrir Bilbao en un día ¡merece la pena! Lo bueno es que Vizcaya es pequeña en tamaño y se puede recorrer fácilmente: en pocos lugares se puede pasar de la cosmopolita capital al mundo rural en sólo unos minutos. Tras sumergirnos en el maravilloso valle de Orozko, la histórica comarca de Enkarterri -donde se fundó la primera villa de Bizkaia- o el Parque Natural de Urkiola, donde vive la diosa Mari, pondremos rumbo a la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Preludio de una Ruta por la Costa Vasca, si se tiene más tiempo disponible. Pero vamos por partes.
El castillo de Butrón.
Primera parada en esta ruta por Vizcaya a sólo a 15 kilómetros del aeropuerto de Bilbao: un castillo de cuento de hadas. Así lo ideó el marqués de Butrón en el siglo XIX, quien quiso convertir la vieja residencia medieval de sus antepasados en un palacio de fantasía en estilo neógótico. Rodeado de un bosque con árboles traídos de los cinco continentes, este castillo enclavado en Gatika sigue siendo de propiedad privada y no se puede visitar el interior. Pero resulta un escenario de ensueño para pasear por sus jardines y exteriores -que sí son públicos- y caminar siguiendo la ría de Plentzia hasta la misma playa.
Caserío Aspaldiko.
Muy cerca del castillo de Butrón, en Loiu, encontramos un caserío tradicional restaurado y convertido en restaurante. Situado en un idílico entorno, con horno de leña, huerta propia y bodega, el edificio en sí es una joya. Construido con entramado de madera y piedra durante el siglo XV, conserva parte de la arquitectura típica de la zona. ¡Está catalogado como bien cultural! En cuanto a su cocina, mezcla la gastronomía clásica vasca con un toque moderno, usando productos kilómetro cero. Disfrute para los sentidos.
La casa del Olentzero.
Se acerca la Navidad y el caserío Landetxo Goikoa, en el municipio de Mugia, está a rebosar de la alegría y risas de los más pequeños. Este edificio del siglo XVI es el hogar del Olentzero y Mari Domingi, a quienes acuden los niños con su carta de deseos. Equivalente al Papa Noel en el País Vasco, este personaje en la tradición es un carbonero que vive en el Pirineo. Al llegar el inviero baja de la montaña y trae regalos a los niños -sólo los que se han portado bien-. Es por ello que sólo se puede visitar al Olentzero durante las semanas previas a Nochebuena. Sin embargo, el parque temático Izenaduba Basoa permanece abierto todo el año con una buena representación de seres presentes en los cuentos y la mitología vasca.
No faltan el basajaun, señor de los bosques. Popular en los últimos años gracias a la trilogía ambientada en el valle del Baztan de Dolores Redondo. Las Sorgiñas o brujas y el Akerbeltz, macho cabrío que preside los akelarres. La cueva de la diosa Mari -reina de la naturaleza-. Los Jentiles, personajes gigantescos y salvajes- o las lamiak, esas hadas con pies de pato que habitan en la profundidad de ríos y lagos, durmiendo durante el día para salir al anochecer. Porque «Todo lo que tiene nombre, existe».
El valle de Orozko.
Seguimos en ruta por Vizcaya y nos trasladamos ahora a la comarca de Arratia-Nervión. A la sombra del monte Gorbeia nuestro destino es Orozko, un disperso municipio en un centenar de barrios. La sinuosa carretera une los caseríos, iglesias de piedra, casas – torres medievales como la de Aranguren. Antiguos molinos y ferrerías se distribuyen a lo largo del curso del Altube, el Arnauri y el Senagorta. Ríos que fluyen con brío hasta fundirse con el Nervión, recogiendo las lluvias y nieves de los Montes Vascos.
En la misma plaza Mayor se ubica el museo de Orozko. Un centro etnográfico donde acercarse a la historia, cultura u oficios tradicionales de esta comarca de carácter eminentemente rural. De hecho, a mediados de diciembre se celebra la feria ganadera y agrícola de Santa Lucía. Hay concurso vacuno de raza terreña y puestos donde los pastores y productores locales exhiben sus quesos, vinos o dulces de elaboración propia. Excelente excusa para degustar y hacerse con alguno de los tesoros gastronómicos de esta abrupta comarca. ¿Una muestra? Los quesos de oveja de la Quesería Lusuri -deliciosos-. Los chorizos campeones de Euskadi que fabrican artesanalmente en Urigoitiko Txorizoak. Todo ello acompañado de un Txakoli Gure Ahaleginak. Combo perfecto.
Alojamiento recomendado en Orozko.
Yo me alojé en la Casa rural Etxegorri. Acogedora y tranquila al calor de la chimena. Un privilegio despertar en este valle cubierto de niebla bajando desde el macizo de Itxina. Icónica montaña caliza de salvaje belleza dibujada por multitud de cuevas y cimas, una de ellas residencia temporal de Mari según la tradición local.
Balmaseda, primera villa de Bizkaia.
La siguiente parada de esta ruta por Vizcaya y su sorprendente interior pone en foco en un estratégico lugar durante el medievo, cruce de caminos en las antiguas rutas comerciales entre Castilla y los puertos del Cantábrico. Aunque fue el rey astur don Pelayo quien fundó este enclave en el 735 para frenar el avance de los musulmanes, el título de villa se lo concedió en el 1199 Don Lope Sánchez de Mena, señor de Bortedo. Por lo que Balmaseda presume de ser la primera villa del Señorío de Vizcaya. Fortificada y con un empedrado puente medieval sobre el río Cadagua, quien tuvo retuvo y eso se nota al pasear por las callejuelas de su casco histórico. Desde el puente de la Muza hasta el templo gótico de San Severino, pasando por señoriales palacios.
Kaitxo, visita a un obrador de café y chocolate artesano.
«Cuando catamos vino o aceite miramos el tipo de uva o aceituna, pero nunca del chocolate o el tipo de café». Palabras de Raquel, la primera catadora oficial de chocolate de España y artífice de Kaitxo. Hay que olvidarse del chocolate que se vende en las grandes superficies: estas tabletas que saben a gloria bendita tras seleccionar el mejor cacao orgánico sólo son comparables a los chocolates de Omnom que compré en Islandia. Otra dimensión del chocolate con intensos matices y cualidades organolécticas, más allá del simple dulzor.
Almuerzo en el Teike.
¿Dónde comer en Balmaseda? Experiencia extraordinaria la del menú degustación del Restaurante Teike. Bocados de tradición con toques de innovación en un cocina creativa y además a precio asequible. Acierto seguro.
Parque Natural de Urkiola.
Otra de las casas de la diosa Mari son las peñas rocosas de la sierra de Amboto, en la comarca de Durangaldea. A sus pies, como honrando a la madre Tierra, vive Patxi. Un pastor de ovejas con un proyecto muy personal: Alluitz Natura. ¡Parece mentira que este paraíso donde según la leyenda habitaban los jentiles se encuentre tan sólo a 40 kilómetros del centro de Bilbao! Los simpáticos gatos y perros de Patxi dan la bienvenida a un caserío donde organiza talleres de acercamiento al mundo rural: ordeñar ovejas, darles el biberón o hacer una auténtica cuajada son algunas de las propuestas para toda la familia.
Gernika-Lumo.
En una ruta por Vizcaya no puede faltar el pueblo más simbólico, donde dicen que está el alma de la patria vasca: Gernika. Asentado en el valle del río Oca, hay muchos lugares que ver en Gernika pero sin duda son obligatorios el árbol donde jura el lehendakari su cargo (el viejo y el nuevo). Los refugios antiáreos o el mural con el famoso cuadro donde Picasso retrató el infame bombardeo de 1937. Para gente curiosa o fan del deporte de pelota, el Frontón Gernika Jai-Alai es uno de los más importantes del mundo, de donde han surgido grandes pelotaris de cesta punta. ¡Tiene la cancha más grande de Europa!
Dónde comer y dormir en Gernika.
Un alojamiento ecológico a las afueras de Gernika: la Casa Rural Aristieta, caserío con mucho encanto en plena Reserva de la Biosfera de Urdaibai. El caserío-restaurante Remenetxe es otro clásico en un local auténtico de cocina casera y deliciosa; lo de la bodega – museo es otra dimensión, con más que una carta de vinos procedentes de todo el mundo, es una enciclopedia.
El bosque pintado de Oma.
Un bosque que acoge una obra de arte en un espacio vivo. Esta es la definición de la creación original del artista Agustín Ibarrola, recientemente trasladada a otra parte del pinar. El bosque de Oma cerró al público en 2018 ya que se trataba de un bosque enfermo, afectado por la banda marrón, un hongo que ha atacado a muchos pinares del País Vasco. Tras valorarlo por parte de los expertos, la obra se migró a otra zona del bosque, donde unos 800 árboles reflejan el espíritu de colores, juegos e ilusiones ópticas que ideó el pintor. La experiencia sensorial en un entorno tan mágico transmite una paz increíble.
Para visitar el bosque de Oma es necesario reservar previamente en la web oficial, ya que sólo se permite la entrada de 50 personas cada hora por el bien del entorno. La entrada es gratuita pero hay que acudir a validarla al Centro de Visitantes de Santimamiñe, donde explican dónde aparcar y dan un mapa del bosque. Otra forma de llegar al bosque de Oma es en tranporte público: hay un bus lanzadera que sale desde la estación de tren y bus de Gernika durante los fines de semana. Hay que llevar calzado cómodo -si ha llovido puede haber barro- ya que desde el parking a la entrada del bosque son 2,8 kilómetros de sendero (unos 50 minutos de caminata, tanto para ir como para volver). Merece la pena.
Urdaibai Bird Center, el aeropuerto de aves de Vizcaya.
¡La Reserva de la Biosfera de Urdaibai es inmensa! 22 mil hectáreas de humedales, montes, acantilados y playas, con una intensa vida biológica que hay que proteger. En su corazón, surcado por el río Oca, se enmarca un espacio para la conservación y la información sobre las aves que cada año se detienen a descansar aquí, en su largo viaje desde el norte de Europa a África: Urdaibai Bird Center.
Paneles, fotografías, cámaras en directo con otros centros del mundo, ubicados en Noruega, Sudáfrica o Islandia… Y un mirador donde observar sin molestar a estos visitantes que cambian casi cada día o en cada estación. Ideal para una ruta por Vizcaya en familia, ya que quien aprende a respetar y amar la naturaleza de niño ¡lo hará toda la vida!
Alojamiento en el Urdaibai Bird Center: en temporada alta -de marzo a noviembre- es posible alojarse en una de las 6 habitaciones que oferta el centro dentro de sus instalaciones. La noche en una habitación privada con desayuno sale por unos 120€ ¡qué experiencia!
Cata de txacoli en la Bodega Berroja.
Qué mejor manera de terminar una escapada a Vizcaya que con el sabor de boca de un auténtico vino txacoli en la bodega Berroja, inmersa en la Reserva de Urdaibai, a 15 minutos de Gernika. Las vistas y el entorno son inmejorables, desde el azul del mar al fondo a los verdes prados de viñedos y ovejas. ¡Paraíso!
Otros lugares que ver en Vizcaya:
Siguiendo el curso del Oca -ya convertido en ría- hasta su desembocadura en el mar, se encuentra Mundaka, destino surfero por excelencia. Y es que hay muchas localizaciones de ensueño para quien tenga más días que gastar en la provincia de Vizcaya. Bajar (y subir) la escalinata de piedra hasta la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, uno de los rincones más mágicos de la costa del Cantábrico. Comer una auténticas anchoas de Bermeo en el puerto de la antigua capital de Bizkaia. Descubrir el encanto de Elantxobe o llegar hasta Lekeitio, con su isla accesible o no a merced de las mareas. Y qué decir de los acantilados rocosos del Flysch de Barrika, trazando en roca los límites de playas totalmente salvajes. Paisajes insólitos y asombrosos los que regala Vizcaya para todos los gustos: mar y montaña. Junto con una gastronomía sensacional… ¡El resultado es un plan irresistible!
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Código ético: este artículo ha sido posible gracias a la invitación de Visit Biscay a recorrer la zona interior de la provincia. Todo lo que he escrito sobre esta ruta por Vizcaya está basado en mi propia experiencia. Las fotografías y el texto son de mi propiedad.
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