Recuerdo la primera vez que fui a Tenerife, hace ya diez años. Era enero y toda la península tiritaba bajo una ola de frío siberiano, como no se cansaban de repetir en los informativos. Las típicas imágenes del termómetro marcando catorce grados negativos en Navarra y la muralla de Ávila cuajada de blanco me acompañaban a mí y a mi maleta abierta sobre la cama: un vestido corto, otro. El traje de baño. Las sandalias. No te olvides la crema solar. Ay, qué tiempos aquellos, sin restricciones de líquidos en el equipaje de mano. Previsión: 24 grados, soleado. Sí, fueron unas buenas vacaciones recorriendo Tenerife en coche en una semana.
Una década después, he vuelto a «la isla de la eterna primavera». Otra vez he disfrutado de ratos de sol y sosiego. Del aire templado de los alisios. De días que corren como las nubes en el horizonte. Días que dejan la huella de fotografías impregnadas en la memoria, cual instantes en el paraíso, que atesoro con nostalgia. Y ahora reproduzco.
He aquí mi serie de estampas de Tenerife, tal y como la recuerdo desde mi exilio sin mar en Madrid.
Contenido del artículo
UNO: Océano infinito. Playas de Tenerife.
El atardecer más cautivador en playa La Arena, junto al Puerto de Santiago, donde el sol se despide tras la silueta de La Gomera, dibujada al frente. A su lado se alzan los acantilados de Los Gigantes, colosales y eternos. Al sur, un baño en las aguas transparentes al abrigo de la montaña Roja, en la ventosa playa de La Tejita. Solitarias y vírgenes las calas de arena negra de El Bollullo al norte, a los pies de La Orotava, tras un descenso por el borde del acantilado, en el que ruge el océano, abierto e indómito.
DOS: Pueblos y ciudades de Tenerife.
La estatua del algún héroe guanche me da la bienvenida a la entrada de pueblos y ciudades, algunos de encanto inconfundible. Icod y su drago centenario: se dice que es uno de los seres vivos más viejos del planeta. La Orotava coqueta, de fachadas coloniales y coloridas, decoradas con balcones de madera y alegres flores. La Laguna, ciudad histórica y Patrimonio de la Humanidad. De reminiscencias del otro lado del Atlántico Santiago del Teide, Garachico y Buenavista. Animadas plazas donde los niños danzan cogidos a cintas rojas, azules, amarillas.
TRES: la gran montaña de Tenerife.
A la sombra del Teide sueña Tenerife. Sus bosques de pino canario y laurisilva, envueltos en la bruma matinal, arropan a este titán dormido. Cerca de la cumbre se mece el tajinaste en flor. Si el día está despejado, las siete islas restantes se pueden divisar entre el azul del mar. Porque este otro mar del que emerge el Teide es de lava y roca fundida, como un paisaje de Marte, volcánico, granate oscuro y azufre. Aquí te cuento cómo subir al Teide a pie, experiencia mágica e inolvidable.
CUATRO: de verdes senderos por lo más recóndito de la isla.
Fotogramas de otro mundo tras Los Gigantes, por la tortuosa carretera que une Santiago del Teide con Buenavista del Norte, pasando por el Caserío de Masca. Un golpe de adrenalina al saltarse el cartel de «prohibido el paso» y continuar hasta la Punta de Teno, donde todos los caminos acaban. Senderos del misterio rodeando las colinas de Güímar, sus enigmáticas pirámides. El popular barranco de avistamiento de OVNIS y otros fenómenos paranormales. Qué lástima, yo sólo escuché el viento…
La costa oeste de Tenerife es la casa de delfines mulares y ballenas piloto. Así fue mi experiencia en un tour de avistamiento de cetáceos en los Gigantes. ¡Inolvidable!
CINCO: sabor Canarias. Gastronomía de Tenerife.
Chacho, ¿qué hay de comer hoy? Degustar Tenerife en los guachinches: auténticos menús caseros en los garajes de los locales. Unas papas con mojo. Siempre acompañadas de una dorada. Si es de noche quizá me apetezca algo más «delicatessen», como un vino blanco de la tierra. Aún recuerdo el aroma afrutado de uno color oro, llamado Flor de Chasna. Qué tal ahora unas lapas, unas viejas… Hartarme de pescado y marisco en el puertito de Los Abrigos, rico y asequible, uno de los grandes placeres de Tenerife. ¡Me chifla toda la típica comida de Canarias!
SEIS: autóctonos de Canarias.
No puedo evitar sentir automáticamente simpatía por la gente del archipiélago, tranquila, dulce y amable. De acento meloso. Las inspiradoras frases que «aparecen» cada semana en el kilómetro 32 de la TF-5: «como si no hubiera mañana»… Píldoras de sabiduría popular de la mano del señor «Anoniman», cuya historia rescatan en un cortometraje los grandes viajeros de Algo que recordar («Anoniman. Detrás de los carteles»).
SIETE: mi lista de deseos.
Esas imágenes que aún sólo están en mi imaginación, las asignaturas pendientes. La playa de Armeñime y sus tortugas. Escuché que se pueden ver en la bahía, haciendo snorkel. Coronar el Teide y dormir en su refugio, bajo un cielo fulgurante de estrellas. Saludar al sol en un nuevo día desde la cumbre de España. Adentrarme en las profundidades de la Cueva del Viento, tubo volcánico de 20 kilómetros de longitud. Envolverme entre la laurisilva que reviste de esmeralda el bosque de cuento de hadas de Anaga.
Estoy segura de que si cierro los ojos un instante y me concentro lo suficiente en este deseo, puro y fuerte, al abrirlos estaré en Tenerife de vuelta…
Sigue viajando por Canarias en el blog:
Muy buen artículo, describiendo perfectamente lo que es Tenerife.
Espero la próxima vez que vengas enseñarte nuestros lugares «secretos» seguro te fascinarab.
Un abrazo!
¡Muchas gracias! Deseando volver y conocerlos 🙂 ¡un abrazo!
Que ganas tengo de volver a esta isla! gracias por recordarmela 😉
¡Gracias a ti por leerme! Yo también tengo muchas ganas de volver 🙂
Hay tanto que ver ahí, un sólo viaje no basta!
Claramente, además ¡siempre quedan ganas de repetir! Un saludo
Bonita panorámica de la isla y sus múltiples facetas…
Me encantan las Canarias.
Saludos
GranPumuki
¡Gracias! Ya somos dos, conozco Tenerife, Lanzarote, La Palma y Gran Canaria. Y cada una es única y especial. Muchas ganas de volver y explorar las restantes. Un abrazo