Martín Chirino es a Gran Canaria lo que César Manrique a Lanzarote. O al menos eso me vino a la mente contemplando una de sus esculturas «flotando» en la sala del Castillo de la Luz de Las Palmas de Gran Canaria. Horas antes, había caminado junto a la enorme espiral al aire libre que da acceso al barrio de Triana. Un escultor que ha moldeado y decorado la isla, integrando el arte en la vida cotidiana de sus habitantes. Así lo descubrí la última vez que fui a visitar Gran Canaria en 3 días.

Las Palmas de Gran Canaria

«Niño del mar».

Fue a la vera de la inspiradora playa de Las Canteras, en la misma ciudad de Las Palmas de Gran Canaria donde Martín Chirino nació en 1925. Su padre, jefe de talleres de un astillero, era también armador de buques.                                                                                                                                                                                                                       «Me reconcilio con aquel niño tumbado en la arena de la playa mirando fijamente el horizonte, a la espera de que éste se moviera y hoy me doy cuenta de que la interpretación de toda mi obra tiene momentos reconocibles en la historia del hombre que soñó de niño que el horizonte podía desplazarse y que ya de mayor, octogenario, cree que casi ha conseguido el sueño de ese movimiento». Martín Chirino

Atardecer en la playa de las Canteras

Una juventud viajera.

En la juventud trabajó con su padre en el mundo de los navíos, embarcándose en varios viajes a los países de la costa africana. Este pasado marítimo y viajero dejaría una honda huella en su recuerdo, reflejándose continuamente en su obra:

«Desde la atalaya del tiempo, me resulta fácil recordar con qué fascinación admiraba la magnitud de los cascos de hierro de los barcos varados en los astilleros del puerto de la Luz en donde trabajaba mi padre. En este entorno nací y crecí para soñar caminos en los largos días de mi infancia. Aún recuerdo el mismo escenario donde contemplaba obsesivamente el boquete, lugar por donde el mar se metía y saltaba con fuerza, desplazándose como una ameba. Me decían que era peligroso pero no podía evitar la atracción que sentía al contemplar la espuma del mar escapándose y dibujando formas muy atractivas sobre la superficie». Martín Chirino

El mar de Gran Canaria

Inicios de un gran artista.

Con 19 años Martín inició sus estudios artísticos en la escuela del escultor Manuel Ramos, en su ciudad natal. Cuatro años después, en 1948, se instaló en Madrid, matriculándose en la Facultad de Filosofía y Letras. Sin embargo pronto abandonó sus estudios para ingresar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En la metrópoli, el joven Chirino comenzó a relacionarse con la vanguardia artística española, frecuentando las Galería Clan y Buchholz, baluarte del arte contemporáneo. En 1952, finalizada su formación en Bellas Artes, se aventura en una serie de viajes por París, Londres y otras partes de Europa que le servirán para estudiar la escultura clásica y las obras de los grandes maestros de la escultura moderna, entre ellos Julio González , Henry Moore, Arp, Brancusi y Barbara Hepworth.

Martín Chirino en 1957, fotografía de Ramón Masat. Fuente: www.martinchirino.com

Regreso a Gran Canaria.

Empapado de las corrientes artísticas que galopaban por Europa, Chirino regresa en 1953 a Las Palmas de Gran Canaria donde instalará su primer taller escultórico. Allí, con su amigo Manolo Millares, se sumerge de lleno en la escultura con el afán de armonizar la vena vanguardista que Europa le había insuflado con las raíces de la cultura aborigen de su tierra canaria

Exposición de Chirino en el Castillo de la Luz

Martín Chirino y la espiral de la vida.

¿Cuándo se transformó en material el elemento primigenio, el origen, la espiral? El planeta Tierra surgió en universo a partir del movimiento en espiral de una nube de gas y polvo cósmico. Los brazos que se extienden enrocándose hacia el infinito simbolizan el crecimiento y la evolución, la muerte y el renacimiento. Volviendo al mismo punto una y otra vez pero de forma diferente, renovada, con una nueva luz.

Castillo de la Luz

«La espiral ha sido desde el principio el centro de mi creación artística. Espiral que los aborígenes de mi tierra canaria ofrecían como elemento mágico en el ritual del ascenso a las cumbres más altas de las islas para observar y adorar las estrellas y acercarse al conocimiento de los movimientos estelares». Martín Chirino

Chirino, el artista del metal.

En esta etapa escultórica Chirino comienza a labrar su estilo característico, moldeando su materia prima: el hierro forjado, las piedras, las madera o incluso el plomo. Nacen sus Reinas Negras, con ya cierta abstracción dentro del arte surreal y figurativo. Se convierte en lo que será su sello: un filósofo del metal.

Obras de Chirino en el Castillo de la luz

Durante los años 60 y 70 su vida es un vaivén de idas y venidas de su ciudad natal a Madrid, donde alterna la escultura trabajando como profesor, manteniendo el contacto con las vanguardias y los artistas que sirvieron de nexo entre el arte pre y pos dictadura. En Las Palmas de Gran Canaria formó el Grupo «El Paso», una hermandad de pintores y escritores con la pretensión de inventar una atmósfera para el libre desarrollo del arte. Afrontar la grave crisis que atravesaba el país en el campo de las artes visuales, por la falta de museos o la emigración artística por causas políticas, entre otras.

«El Paso». Fuente: www.martinchirino.com

En 1967 cruza el charco: su primer viaje a Nueva York lo hace en compañía del cineasta Carlos Saura y otros intelectuales del momento, para la exhibición del filme «La Caza» en el Festival de Cine del Lincoln Center. Este trayecto será determinante para Martín Chirino y su fuerte amistad desde ese momento  con los Estados Unidos de América.

Chirino en el Castillo de la Luz

Chirino y el Sueño de Canarias.

Consagrado y reconocido, Chirino continua modelando los materiales recios hasta ser un octogenario. Sus obras se exponen desde el Reina Sofía de Madrid al a la Tate Modern londinense. A principios del S.XXI inaugura su gran escultura «El sueño de Canarias«, colocada en el Parlamento de Canarias en Santa Cruz de Tenerife. Sus obras se pueden admirar en muchos puntos de su querida isla, Gran Canaria: en el Castillo de la luz, su Lady Harimaguada sobre el mar en San Cristóbal, en el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria o incluso en la Casa – Museo de Colón.

Fuente: https://commons.wikimedia.org

«La magia de la Espiral del Viento, hallazgo de mis ancestros, surge inscrita en la dureza de la roca basáltica del Julan, Teneguía o la Zarcita… como herencia viva para la complicada y difícil interpretación de una patria». Martín Chirino.

Martín Chirino

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Publicado por cosmopolilla

La vida es el arte de lo imposible. Licenciada en Comunicación Audiovisual, mi pasión es viajar. Desde 2013 lo cuento en mi blog.

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6 comentarios

  1. Desde luego, mucho más bonito que el Váter de King Kong que han plantado en Gijón, junto con el Paseo de las Cerillas de Begoña y la que liaron con la fuente de la pérgola. Se puede modernizar una ciudad con elegancia y maestría, o se puede… eso.

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