El viento me despeina. El mar de Liguria brilla azul bajo el sol de otoño. Frente a mí, una postal de fachadas pintadas en colores crema con ventanas de postigos verdes. Estoy en Génova, recorriendo la carretera costera hasta Boccadasse en un Fiat 500 descapotable. Sintiéndome como en una de esas películas antiguas de Fellini o Visconti. Paramos a tomar una fresca Moretti en una terraza. Ay, qué bella es la vida en Italia, pienso cada vez que vengo a la bota de Europa. Esta vez ha tocado el norte: Génova, la sexta ciudad del país, mediterránea y pintoresca. Y reconozco que me ha sorprendido gratamente con un patrimonio envidiable de palacios, basílicas renacentistas y barrocas, un centro histórico de callejuelas por las que perderse con comercios antiguos y tradicionales. ¿Le damos una oportunidad a Génova?
Contenido del artículo
Qué ver en Génova en dos días, la capital del pesto y la focaccia.
Aterrizo en el aeropuerto de Génova tras obtener una panorámica de la ciudad desde las alturas, atrapada entre las montañas de pinos y el mar. Un autobús conecta la estación central de Génova en media hora. Aunque yo me bajo en la siguiente, Brignole, a cinco minutos caminando de mi alojamiento el Palazzo Gropallo. Una bonita y acogedora casa de huéspedes en una antigua mansión señorial. Ducha rápida y ya estoy impaciente para salir a descubrir todo lo que ver en Génova. Además, ¡hace un día espléndido!
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El Mercado Oriental.
Mi primera parada es el Mercado Oriental de Génova. Tras babear ante la visión de la tarta Paradiso ante el escaparate de una pastelería história, la Tagliafico, me interno por los puestos de productos frescos y flores a la búsqueda de un trozo de parmesano. Me encanta visitar los mercados locales, repletos de vida y gente, con la mejor muestra de productos de la región. En este caso, Liguria.
La lista de la compra es sencilla: quesos parmesano y pecorino, albahaca, piñones, ajo, aceite de oliva y sal gruesa. ¿Adivináis qué voy a preparar?
La plaza de Ferrari.
Caminando bajo el paseo abovedado de tiendas de la concurrida Vía XX de Settembre admiro fachadas señoriales de antiguos palacios hasta desembocar en el corazón de Génova: la plaza de Ferrari. El «ombligo» de la ciudad, como dicen los italianos, es la gran ágora principal con una monumental fuente de 1836. Un giro de 360 grados al pie de sus aguas me permite observar nada menos que la fachada lateral del Palacio Ducal, el Palacio de la Región de Liguria, el Palacio de la Nuova Borsa, el Teatro Carlo Felice y el Palacio de la Academia Lingüistica de Bellas Artes.
Nota: echa un vistazo a este artículo sobre TOP 10 lugares que ver en Italia.
El Palacio Ducal de Génova.
Al siempre animado ambiente de la plaza se le suman los focos y la alfombra roja: la inauguración de una exposición dentro del Palacio Ducal. Y es que este edificio, antigua sede del gobierno de la República desde el siglo XVI, con exposiciones de arte, conferencias y actividades educativas es el principal centro de promoción cultural de la ciudad. En su cárcel estuvo preso el famoso compositor genovés Paganini, al que hoy se le rinde homenaje con esta exposición: «Paganini Rockstar. Incandescente como Jimi Hendrix», hasta el 10 de marzo de 2019.
Un pasito más y ya estoy dentro del casco viejo…
Un paseo por el centro histórico.
El tiempo parece haberse congelado en la zona medieval de Génova. Disfruto deambulando entre laberintos de caruggi (callejones) con arcos, escaleras, pequeñas plazas solitarias con tiendas y talleres de artesanos de toda la vida -algunos con más de cien años -. Las farolas, la ropa tendida, los templetes y figuras religiosas le dan un aspecto de ciudad con alma, auténtica. No se trata de un casco viejo perfecto, puede que incluso en algunos rincones resulte descuidado y decadente. A ratos tengo deja-vù con Palermo y Nápoles, la ciudad más poblada del sur de Italia.
Me gustan las ciudades así, que son «de verdad». Me faltan horas de la tarde para perderme por los rincones del casco histórico, uno de los más amplios de Europa, desde la Puerta Soprana a la iglesia barroca del Gesù, con dos cuadros del maestro Rubens. De la casa – museo donde vivió Colón en su juventud hasta la Loggia dei mercati, ya lindando con el puerto antiguo.
Tiendas con siglos y solera.
Fruterías, confiterías artesanas, pescaderías y carnicerías, droguerías,… Algo que me llama mucho la atención del casco histórico, y sin duda de las mejores cosas que ver en Génova son sus comercios tradicionales. Entre ellos: la Pasticceria Liquoreria Marescotti, fundada en 1780; la Pietro Romanengo Fu Stefano, también de 1780 conservando la madera de los muebles y el techo pintado en seda originales; la Antica Farmacia Sant´Anna; la fábrica de chocolate Romero Viganotti; la Antica Polleria Aresu, de 1910 o la Cantine Moretti, donde realizan talleres gastronómicos y aprendo a hacer el auténtico pesto genovés. La ruta de las tiendas típicas históricas, con actividades alternativas como el taller de cocina genovesa, se puede consultar en la web Bottegue Storiche Genoa.
El Doumo de Génova.
Otra parada imprescindible dentro del cascos histórico no es otra que el Duomo de Génova: la catedral de San Lorenzo, construida entre los siglos XII y XIV. Su fachada gótica de mármol alberga unas bellas capillas laterales, la mayor de ellas dedicada a San Juan Bautista, patrón de la ciudad. Es posible subir a la torre y admirar así los tejados de la capital de Liguria, además de visitar el museo del Tesoro de San Lorenzo, con reliquias y arte sacro. Como curiosidad, conserva una bomba que cayó y, por suerte, no explotó nunca, de la Segunda Guerra Mundial.
Tour en triciclo.
Una de las mejores formas -y más divertidas- de conocer los rincones del casco histórico es con un tour en triciclo. Parten desde la plaza del Palacio Ducal y se reservan con Treecycle Genoa. Así, es ecológico y divertido recorrer las callejuelas, sus iglesias, la Puerta Soprana o sus lindas plazas como la de San Matteo o la Piazza Banchi. Gracias a este paseo en triciclo, descubro rincones tan encantadores como el barrio de la Madalena o la Piazza dei Trogoli di Santa Brigida.
Cena en la Piazza delle Erbe.
Tras un primer día completo conociendo el casco histórico de Génova, no me resisto a cenar un plato de pasta aderezzado con pesto. Aunque también es típico la Focaccia, un pan plano con sal que se puede cubrir de aceitunas o queso y es una delicia. ¿Dónde? En la ambientada Piazza delle Erbre, a rebosar de terrazas y músicos ambulantes interpretando a Paolo Conte a cambio de unas monedas.
Mirador de Spianata Castelletto.
Segundo día en Génova y, tras un delicioso capuchino subo al mejor mirador de la ciudad: Spianata Castelletto. Desde la plaza de Portello se toma el ascensor Liberty hasta esta terraza de 360 grados sobre el casco histórico. A mis pies, los tejados de Génova con sus cúpulas barrocas y renacentistas; al fondo, el puerto y el mar.
Boccadasse, el barrio marinero de Génova.
Corso Italia es el paseo marítimo de Génova, armado de terrazas y cafés, algunos sobre el mar y con pequeñas playas privadas. Desde la iglesia de San Pietro, al comienzo del paseo, la carretera se extiende hasta el barrio marinero de Boccadasse. Esta es sin duda una de las postales más bonitas de la ciudad y lo mejor que ver en Génova. Se trata de un bello conjunto de casas de colores en torno a las que vuelan las gaviotas entre barquitas. Se puede llegar a Boccadasse caminando -en un paseo de unos 45 minutos – o en autobús público desde el centro de la ciudad.
Pero elegimos hacerlo a la «manera italiana»: en un Fiat 500 descapotable con Slow Vintage Tour. La diversión, lo mítico y la sensación de libertad hacen que la experiencia valga la pena… ¡El mejor momento de mi fin de semana en Génova! Para rematar, un exquisito almuerzo a base de pescado y gnocci frutti di mare en uno de los bares de Boccadasse.
Génova, ciudad de palacios. El tour de los «Rolli».
De vuelta al centro de Génova nos queda una visita imprescindible: la Vía Garibaldi con sus elegantes palacios. En esta calle peatonal se sitúan el Palacio Bianco, el Palacio Rosso y el Tursi, hoy sede del Municipio. Con una visita guiada, el Rolli´s tour, accedo al interior de sus majestuosas salas y colecciones de arte, incluyendo además el Palazzo Reale ubicado en Vía Balbi. Los «Rolli» eran, en tiempos de la antigua República, el «rollo» o lista de palacios y mansiones señoriales de las familias genovesas que aspiraban a acoger, tras un sorteo público, a las personalidades importantes de paso para visitas de Estado. 42 de los más de 150 palacios han sido nombrados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
No hay que perderse la terraza del séptimo piso del Palazzo Rosso, con unas impresionantes vistas sobre Génova.
Otras atracciones turísticas que ver en Génova.
La ciudad se me hace grande y dos días, muy cortos. Me queda pendiente visitar museos de Génova como el Galata museo del Mare, el castillo neogótico Castello D´Albertis, la Galeria de Arte del Palazzo Spinola o, amante como soy de las necrópolis, el Cementerio Monumental de Staglieno. Considerado uno de los más bonitos de Europa, este museo al aire libre fue diseñado en 1835 conservando un imponente Pantheon o las tumbas de Mazzini y otros héroes de la Unificación Italiana. A las afueras de Génova se puede hacer también una ruta de los fuertes defensivos y el parque de las murallas, un paseo entre naturaleza y cultura.
Cena en Il Genoves.
Como despedida, mi última noche en Génova ceno en un restaurante típico. De esos en los que hay siempre cola si no se ha reservado, especialmente un sábado. Al probar la comida entiendo la popularidad: la pasta es una delicia. Pero, en especial me seduce el tiramisú más rico que he probado nunca. ¡Si es que… La vida es bella en Italia!
Qué ver en los alrededores de Génova
Cerca de Génova, ideal para combinar en una excursión de uno o varios días, se ubican Portofino y los preciosos pueblos Cinque Terre con sus casitas de colores amontonadas entre la montaña y el mar.
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Agradecimientos: muchas gracias a Visit Genoa por la invitación a conocer la ciudad. Todo lo que he escrito en mi artículo sobre qué ver en Génova en dos días está basado en mi propia experiencia.
Qué buenos recuerdos me ha traído leerte Patri…Génova fue mi primera parada del Interrail hace mil años 😉 Viendo tus fotos la encuentro mucho más bonita de lo que yo la conocí. Me encantaría volver porque además ¡me encanta el pesto!
Un abrazo guapa.
Hmmm el pesto me encanta aunque no sé yo si me voy a animar a hacerlo en Madrid ja ja ja habrá que intentarlo ¡pero allí siempre sabe mucho mejor! Besotes
Me gustan mucho las vistas desde la Terraza del Palazzo Rosso. Y veo que no es la única terraza desde la que nos podemos asomar a Genova.
Un saludote.
No, las mejores desde la Spinata Castelleto sin duda 🙂 saludos
Sin duda los sitios imprescindibles que todo el que vaya a Génova debe visitar. Con suerte, los visitaremos muy pronto.
Os gustará seguro