«¿Cuál es el lugar más remoto que has visitado?» Los ojillos color miel de Nerea, mi pequeña prima, se me clavan. En sus manos sostiene abierto un atlas del mundo casi tan grande como ella. Me recuerda a mí, a su edad, dibujando con el dedo caminos imaginarios de ciudad en ciudad, pueblo en pueblo, isla en isla. Soñando con viajar algún día allí… «En Andenes, archipiélago de Vesterålen en el norte de Noruega», respondí. Tengo que trazar un itinerario casi al límite del mapa. Aquí: por encima del Círculo Polar Ártico ¿ves estas cuatro islas? Hinnøya, Langøya, Andøya y Hadseløya. En la puntita de Andøya, la más septentrional, se encuentra Andenes y el faro del fin del mundo.
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Recorriendo Nordland, destino Vesterålen.
Ahora me resulta un sueño níveo, boreal… Pero yo estaba allí, en un lugar llamado Nordland. Una mañana clara y luminosa. Dejamos atrás Narvik y avanzamos hacia el norte. Desde el autobús contemplo hipnotizada ese paisaje polar y blanco de Noruega Ártica: fiordos trenzados por puentes colgantes, lagos congelados donde flotan enormes trozos de hielo, montañas esculpidas en roca y granizo… Y casas de madera en medio de la nieve, en las que me dan ganas de parar, tocar a la puerta y pedir una taza de té sólo por satisfacer la curiosidad de saber quién vivirá ahí…
Noruega Ártica, camino de Vesterålen
Con una temperatura de dos apacibles grados en el exterior -la costa norte de Noruega es mucho más templada de lo que muchos piensan debido a las corrientes del Golfo de México – decidimos dar un paseo tras almorzar por Sortland. Conocida como «la ciudad azul» y con un animado festival de jazz que se celebra durante el mes de septiembre, murales de sorprendente arte urbano y las flores en sus escaparates ponen la nota de alegría en esta pequeña urbe costera con olor a sal y nieve, rodeada de blancas colinas.
ANDOYA, La isla Norte.
La carretera sigue, bordeando la línea de costa. Son cuatro horas en total de Narvik a Andenes, el final del camino. Cruzamos a Andøya, la isla norte, y el paisaje se afila. Las formas suaves de las montañas se tornan punzantes, en un paisaje de mar y sierra de belleza indescriptible, de esa que te deja sin palabras, sin poder hacer otra cosa que apretar el disparador medio enfadada porque sabes que no, por mucho que lo intentes no se puede plasmar en dos dimensiones. Tampoco en vídeo. Hay que estar aquí para oler, mirar, sentir la grandiosidad del insólito norte de Noruega en vivo y en directo.
Un pueblo llamado Bleik.
Caminamos por la playa de nieve. Silencio. Un giro. Sólo el viento y el sonido de mis pisadas en la nieve. Al fondo hay un pueblo de casas amarillas, rojas y verdes: Bleik. No puedo dejar de asombrarme ante lo increíble del ser humano de instalarse allí donde parece imposible.
Navegar por una Aurora Boreal en el Andøya Space Center.
Me coloco el traje de comandante, las gafas y ya estoy lista para pilotar una nave espacial y estudiar las emisiones solares que lanzan destellos en el cielo: ese espectáculo fascinante llamado Aurora Boreal. Estamos en el Andoya Space Center, un museo interactivo con simulador de vuelo. Una experiencia didáctica y divertida en la que aprendemos sobre las Luces del Norte, deseando más, si cabe, que hagan acto de aparición al caer la noche en estas islas de Vesterålen, 300 kilómetros al norte de la raya imaginaria del Círculo Polar.
Andenes, el faro de Andøya, auroras y ballenas.
Que se despeje, que se despeje… Repito como un mantra sin dejar de mirar al cielo oscuro mientras me apeo del bus frente al Andrikken Hotel, nuestro alojamiento en Andenes, en pleno centro del pueblo y a escasos cinco minutos de la playa. Salimos a cenar bajo la luz parpadeante del faro, con ilusión y esperanza. Delicioso salmón y una de esas sopas de pescado y verdura que devuelven a la vida. Que me hacen coger fuerzas para las siguientes dos horas en la arena, estudiando las nubes más brillantes. La prueba de la cámara no engaña: ahí estaba, tras el giratorio fulgor, un resplandor verde, tímido, luchando contra las nubes. No fue una Aurora Boreal como la de mi primera noche en Narvik, aquel espectáculo maravilloso que nunca olvidaré. Pero suficiente para irnos a la cama a media noche con las baterías exhaustas de disparar en manual a baja temperatura.
De paseo por Andenes.
El nuevo día en Andenes me devuelve la imagen de un pueblo tranquilo, con un censo de 2.600 personas de las cuales nos cruzamos tres o cuatro en nuestro camino al puerto. La iglesia, del mismo tono pálido que la nieve, se mimetiza con el entorno. En las calles se distribuyen grandes casas de madera, algunas con pilones sobre el agua. Las barquitas permanecen quietas, amarradas junto al muelle. Allí está: al fondo sobresale la torre altiva del faro, de hierro rojizo, imponente con sus 40 metros de altura.
El faro de Andenes.
Al final del pueblo, ante nosotros se alza el faro de Andenes, uno de los más septentrionales del mundo. ¿Queréis visitarlo? Queremos, y así contemplar esta isla de Vesterålen como una de esas gaviotas que habitan aquí, en el Ártico, incluso en invierno. Cada hora es posible ascender por los 148 metros que giran como una espiral hasta su plataforma para admirar las impresionantes vistas bajo su linterna.
Construido en 1859, el faro de Andenes vigilaba estas escarpadas costas guiando a los barcos balleneros y pequeños pescadores que salían a faenar en las gélidas aguas del Atlántico Norte.
El museo de Cetáceos.
¿Y el farero? Desde 1978 el faro está automatizado. Tampoco ya hay barcos balleneros, si no embarcaciones de turistas que parten dispuestos a observar a los grandes cetáceos. Muestra de ello es el museo de Cetáceos donde se explica las diferentes especies y posee un esqueleto de un cachalote. Otra experiencia inolvidable de tantas que se pueden vivir en Laponia Noruega.
Y el viaje por Laponia Noruega continúa hacia otro archipiélago de ensueño: el de las islas Lofoten.
Escucha aquí el programa de radio sobre Noruega que hicimos en Radio Viajera:
Muchas gracias a la Oficina de Turismo de Noruega por la invitación a conocer ese sueño llamado Noruega Ártica.
Jose Lop
Creo que Noruega es un país para visitar nevado. Que bonito se ve Andenes. Tiene pinta de ser de esos sitios que recuerdas para siempre y más si tienes la suerte de que a la señora de verde lede por aparecer allí.
Un abrazote
cosmopolilla
Sí, Noruega Ártica es increíble 🙂 ¡tienes que vivirlo!
Jimgriffin
Thanks for sharing your thoughts about Profile. Regards