Lejos del bullicioso centro de la Ciudad Prohibida, a doce kilómetros de Beijing, el emperador Qianlong ordenó construir allá por el 1750 un palacio rodeado de agua y jardines, donde refugiarse los más calurosos días del estío. Cien mil obreros trabajaron ampliando el lago Kunming hasta conseguir la deseada forma de melocotón, que representa la longevidad en la cultura china, observados desde la colina por el mandatario. El lugar perfecto para emplazar el Palacio de Verano de Pekín.
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Historia del Palacio de Verano de Pekín.
La historia de este palacio es de dichas y desdichas: durante cien años el Palacio de Verano de Pekín fue objeto de recreo de la familia imperial. En 1860 quedó casi derruido por las fuerzas franco inglesas durante la Segunda Guerra del Opio, siendo restaurado y embellecido por la viuda emperatriz Cixi cuarenta años después. En 1900 durante la Rebelión de los Boxers de nuevo fue arrasado por tropas extranjeras, con lo que tuvo que ser reconstruido en 1949, justo antes de la Revolución de Mao.
En la China del S. XXI, el Palacio de Verano de Pekín es un amplio conjunto monumental de 300 hectáreas por el se pierden turistas y pequineses, en torno a la inmensidad de su lago, la Colina de la Longevidad, las residencias, teatros, pagodas, paseos para la recreación y muelles. Y al que hoy accedemos en el moderno suburbano, parada Xiyuán.
Mi visita al Palacio de Verano de Pekín.
Brilla el sol en un nítido cielo azul inusitado en Pekín, por razones que ya expliqué en anteriores entradas (Beijing, la Ciudad Prohibida sigue estando vetada). Las construcciones puntiagudas se elevan entre los árboles de la Colina de la Longevidad, rodeada de canales, una estampa que parece sacada de una pintura china tradicional.
Tras abonar los 50 yuanes de la entrada estamos en el recinto. Me gustaría escribir sobre lo bucólico de este parque, la tranquilidad de sus senderos. Pero no sería cierto. La verdad es que estaba tan abarrotado de turistas como Badaling, el tramo de la Gran Muralla que visitamos.
Aún así, disfruto del gran espacio que Cixi diseñó para su propio deleite: De pasear por el Gran Corredor, un pasillo techado de más de 750 metros a orillas del lago. Cuentan que lo mandó construir la emperatriz para poder moverse por el palacio sin preocuparse por las inclemencias meteorológicas. Lo mejor: sus techos decorados de primorosas pinturas.
De ascender por la escalinata a la Pagoda del Buda Fragante, que da paso al templo budista del Mar de la Sabiduría, que corona la Colina de la Longevidad. A él acudía a orar una vez al año la emperatriz.
De la nave que nunca navegó flotando sobre las aguas: el Barco de Mármol de dos pisos, hecho de madera, mármol y cristal, en el que Cixi era halagada por sus invitados en suntuosas fiestas.
El día acompaña y eso se nota en el ambiente, el aire cálido, las risas infantiles, los jóvenes haciendo cola para comprar un helado en los puestos, alquilar un patín a pedales o subir a bordo de una barca que cruce el lago hasta el Puente del Cinturón de Jade, vestigio de la época de Qianlong, al otro lado del Palacio de Verano.
Nosotros sin embargo optamos por el largo paseo. Los sauces llorones y moreras bordean el lago hasta su otro extremo, donde se encuentra la isla de Nanhu. Con una pequeña pagoda rodeada de bosque, se accede por el Puente de los Diecisiete Arcos, decorado con 540 leones esculpidos, réplica del popular puente de Marco Polo al sur de Pekín.
En esta idílica isla, mucho más sosegada, finalizamos la tarde y nuestro día en el Palacio de Verano de Pekín, con un plácido atardecer a ritmo de las barcazas deslizándose sobre las quietísimas aguas del lago.
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Lee mis otras entradas sobre Pekín en el blog:
Patricia
¡Qué bonito! Mucho más que la Ciudad Prohibida.
Sarah Y Richads Blog de Viajes Bueno Bonito BaratO
Me mostraste una cara de la ciudad que no conocía, más tranquila y bonita….sin contaminación ni millones de turistas
Desde luego las fotos son fantásticas 😉
cosmopolilla
¡Muchas gracias, Sarah! Turistas había unos poquitos, pero es Pekín así que menos no se puede esperar je je je un abrazo
Víctor Sánchez (DinkyViajeros)
Qué buena pinta. ¡Quién tuviera las perras para montarse un chalecito de veraneo así! 😛
¡Un saludo! 🙂
cosmopolilla
¡Ya ves! Un saludo 🙂