Cierra los ojos. Prueba a abrirlos otra vez. ¿De verdad no estoy de vuelta en Praga? No, borra de tu mente este pequeño déjà vu que acabas de tener en el puente sobre el río de Würzburg, vigilado por santos de piedra y con el castillo sobre la colina. Una de las estampas de la Romántica Alemania que siempre recordaré…
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Ruta por la Romántica Alemania: de Frankfurt a Heidelberg.
De Frankfurt siguiendo el Main a Würzburg, capital de la Baja Franconia. Siguiente Rotemburgo ob der Tauber, el pueblo de cuento, y Heidelberg, una de las ciudades más bonitas de Alemania. Pasando por Neckarpemünd, la villa con más de mil años y el castillo de Schwetzingen. Y vuelta a Frankfurt. Este ha sido mi viaje de Pascua por la Alemania más romántica, una variante ya que el itinerario estándar acaba en Füssen, en los castillos del Rey Loco que ya visité hace unos años en mi ruta por Baviera y la Selva Negra.
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Punto de partida: Frankfurt.
Unos vuelos económicos Madrid – Frankfurt y que nunca había visitado el centro financiero de Europa hacen que me decida. Es marzo y llueve a ratitos pero no hace frío. Un día da para dar una vuelta por su pequeño Casco Viejo. Parece mentira que entre tanto rascacielos de cristal haya sobrevivido la Plaza de Römenberg y la catedral gótica de San Bartolomé. Aunque en realidad no lo hicieron: fueron totalmente destruidas por la aviación inglesa durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruidas en los años 80.
La casa natal de Goethe, la Paulskirche donde se eligió el primer parlamento alemán en 1848 o las esculturas del oso y el toro ante el edificio de la bolsa son de los principales atractivos de Frankfurt. Desde el puente de hierro sobre el río se aprecia el skyline de esta pequeña Manhattan. La más famosa es la «Torre del Meno» con su antena puntiaguda, ya que puede accederse a su terraza a 200 metros de altura, con la mejor panorámica sobre la ciudad.
Por cierto que este puente debe ser el rincón más romántico de Frankfurt, dada la cantidad de promesas de amor eterno en forma de coloridos candados que adornan su estructura.
El cruzar el río Meno es obligado si se quieren visitar museos como el de las Culturas del Mundo, el de Artes Decorativas o bien almorzar / cenar en una taberna típica alemana como el Atschel (Wallstrasse, 7). Buen momento para recordar que en Alemania todo es talla grande, cervezas y salchichas.
Würzburg, la «pequeña Praga».
Segundo día y tras dormir en un hostel barato junto a la estación de tren nos ponemos en marcha. Recogemos en el aeropuerto el coche de alquiler y… ¡Rumbo a los pueblos más románticos de Alemania!
Würzburg en Baviera, antigua sede episcopal, hoy es popular por su animada vida universitaria. La fortaleza de Marienberg, sede del obispo – príncipe, preside el cerro de hierba. Cruzo el Puente Viejo sobre el río Meno, construido entre 1473 y 1543 bajo la mirada de sus estatuas de piedra. Estas son posteriores, de 1730, y representan a once santos y a Pipin, emperador de la ciudad.
La lluvia y el hambre obligan a buscar refugio en una cervecería con buen ambiente y mobiliario de madera, el Sternback. ¿Menú? Por supuesto salchichas y cerveza. Esta vez unas blancas en caldo con verduras. Tras el almuerzo se camina con más ánimo por el centro de Würzburg, admirando su cantidad de iglesias: la Catedral románica de San Kilian, la rosada y gótica Marktkiche. Viviendas de personajes emblemáticos como la Casa del Halcón o la casa Stachel, la posada más antigua de Würzburg y encuentro de los rebeldes en «la Guerra de los Campesinos» de 1525.
Rothenburg ob der Tauber, pueblo de cuento.
¿Os habéis imaginado alguna vez como personaje de un cuento de los hermanos Grimm? Rothenburg o Rotemburgo sería el escenario ideal para recrearlo. Muy cerquita de Würzburg, es la siguiente parada. Hoy duermo aquí, en este pueblo amurallado y medieval en una Gastheaus familiar y acogedora.
Patear sus calles adoquinadas, de casas de tejados rojos y entramado de madera. Las placitas son fuentes de piedra con personajes de fantasía, hoy vestidas de Pascua. Subimos al interior de los torreones y muralla, rodeando el perímetro de Rotheburg con vistas a los jardines, el valle y el río.
Sábado por la mañana, sale el sol y hay mercado. La alegría se adueña de la plaza. Una jarra de zumo de manzana, prensado al instante. Ascender a lo más alto de la torre del Ayuntamiento por una larga y tortuosa escalera de caracol. Merece la pena, las vistas son impresionantes.
Pero no todo lo relativo al pasado nos arroja luz en el ánimo: lo más terrible del ser humano se expone en el Museo del Crimen Medieval, con instrumentos de tortura usados por la Inquisición y las autoridades para castigar y torturar a los herejes. Un estremecedor viaje a lo más oscuro del medievo.
Heidelberg, sede del Romanticismo en Alemania.
Con ganas de volver a Rothenburg cuando la nieve y los mercadillos de Navidad hagan acto de aparición, continuamos en dirección a Heidelberg, el núcleo de la época Romantik en Alemania. A orillas del Neckar nos recibe esta turística urbe con un sol espléndido. Heidelberg presume de bello centro histórico, un castillo y de tener la universidad más antigua de Alemania. El marco donde se ubica es de postal: un valle de hayas y abetos entre los que se deslizan los destellos del río bajo la luz primaveral.
Heidelberg es elegante y señorial, dan fe los cientos de turistas que abarrotan el Puente Antiguo, sus calles principales y el castillo. Me siento un poco agobiada después de la tranquilidad que se respiraba en Rothenburg y Würzburg. Aún así, nos adentramos por su centro histórico, de encantadoras plazas y templos barrocos.
La subida hasta el Palacio de Heidelberg es un corto y agradable paseo con lindas vistas. Pero, bajo mi opinión, para ser «la ruina más famosa de Alemania» su interior es bastante decepcionante. Está muy mal conservado (en ruinas) y los 7 euros que cuesta la entrada sólo dan acceso al Patio Principal, un barril de tamaño gigante con olor a vino rancio y al Museo Alemán de Farmacia.
Romántica Alemania: Neckarpemünd y el castillo de Schwetzingen.
Último día habiendo pernoctado en los alrededores de Heidelberg (el alojamiento era escaso y muy caro). Antes de regresar la mañana la gastamos en dos ubicaciones cercanas: la primera el castillo de Schwetzingen, de inmensos jardines franceses en los que recrearse. Con templos de deidades griegas, fuentes y grutas, incluso una mezquita con función puramente ornamental, da para una buena sesión de fotos aunque el tiempo no acompañe.
Nos despedimos de la más romántica Alemania en la ribera del Neckar, en la villa de Neckarpemünd. De calles empedradas y casitas con entramado de madera, aunque sin ser tan de cuento como Rothenburg, se trata de una localidad con más de mil años de historia. Por si os interesa, cerca se encuentra Neckarteinach, cuatro castillos medievales que nos dejamos para otra ocasión, ya que toca volver a Frankfurt y el avión no espera.
«Todo lo que puedas hacer y soñar, ponte a hacerlo. La osadía está llena de de genialidad, poder y magia». Goethe.
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dani
Yo creo que hay puentes con candados en cada ciudad del mundi que tenga un puente… tengo que mirar Madrid.
Por cierto… vaya ruta mas preciosa os pegasteis.
Abracin!!!
cosmopolilla
Sí, eso da para un post, puentes y candados ji ji 😉 aunque ahora que lo dices… En Madrid no me suena ningún lugar ¿no?
Besazo
Cristina
Perfecto resumen «amoroso» que nos has hecho. La entrada me parece genial, y es que llevas toda la razón: es puente… Conozco alguno de esos lugares que nos muestras, pero el resto ¡¡me lo apunto YA!!
Un abrazo
cosmopolilla
Muchas gracias, Kris. Sigamos descubriendo sitios inspiradores 🙂
¡Un beso enorme!
Arianna
Me exstrañe de que no renombraras la calle principal Hautstrasse donde vas ha sentir todo tipo de lenguas.La verdad me encantó tu post vivo aquí en Heidelberg y es maravilloso.Mis ojos habían visto paísajes hermosos pero nada comparado.Neckarguemünd,Neckarsteinach y después Hirschom que ese es otro lugara pequeño que dejaría a cualquiera con la boca abierta.
cosmopolilla
Muchas gracias por tus recomendaciones ¡desde luego tengo pendiente volver a esta zona con más calma!