«Hola Patri, ¿estás en la isla de Roatán? ¡Qué envidia! Disfruta mucho. Yo allí fui feliz.»
El mensaje privado de un amigo mostrando envidia sana me confirma lo que ya sospechaba: estoy desembarcando en un paraíso tropical, de esos que invitan a quitarse el reloj y desaparecer por un tiempo coco en mano y sombrero en la cabeza. A mi alrededor sólo veo un paisaje azul y verde. Turquesa el del agua fundiéndose con el cielo; esmeralda el de la selva virgen que ocupa el 90% de su superficie. Esta es la isla de Roatán, el Caribe hondureño. El lugar para olvidarse de todo. El destino para ser feliz.
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Isla de Roatán, la playa de «Supervivientes».
«Esto me suena…» Sí, amiga, claro que lo has visto antes. Esta postal de palmeras, arena dorada y aguas cristalinas de un reallity de la pequeña pantalla de repente ha cobrado vida, se ha materializado ante mis ojos. Existe. Roatán es de verdad. Desde el mirador sobre Coxen Hole, el principal puerto donde atracan los cruceros, se aprecia la inmensidad de su masa forestal salvaje, apretujada, en sus 125 kilómetros cuadrados de extensión. En el horizonte el resto de las islas de la Bahía, de menor tamaño y a las que se puede llegar en bote para practicar snorkel o submarinismo en la segunda barrera de coral más extensa del mundo, la mesoamericana, que empieza en Riviera Maya y bordea el mar Caribe.
Moverse por Roatán.
Para moverse por la isla basta con alquilar un coche, una bici o negociar precio con un taxista, en el mismo Coxen Hole, el núcleo urbano más importante. También de él parten los autobuses locales a los pequeños municipios de Roatán. Coxen Hole es un colorido pueblo afroantillano a pie de playa, con olor a fruta tropical, repleto de tiendas y puestos de artesanía. Por 20$ en un día es posible recorrer el resto de pueblos, playas y parques naturales. Empaparse del ritmo caribeño que hace que aquí las cosas fluyan más despacio.
Por caminos de tierra pongo rumbo a esas playas vírgenes deseadas rodeadas de cocoteros y mangos. La población local se encuentra dispersa en pequeñas casas de madera con gatos y gallinas. Los niños regresan del colegio y compran helados. Visten uniforme de camisa celeste y pantalón marino largo, ¡con este calor! Sonríen tímidos a la cámara. Aún conservan esa inocencia de lugares poco turísticos a diferencia de los masificados, donde no dudan en alargar la mano solicitando su dólar.
Isla de famosos.
La iglesia más antigua, con apenas dos siglos, se encuentra junto al mar rodeada de manglares, en una zona rocosa y poco transitada. Aquí sopla el viento del oeste y parece a mil años luz de West Bay, la zona de lujo donde se ubican los mejores resorts y tienen su refugio secreto famosos de la talla de Michael Douglas, Cameron Díaz, Claudia Schifer o Richard Gere.
El turista de a pie encontrará su lugar en West End, la zona más animada de la isla de Roatán con escuelas de yoga y buceo, playas de arena blanca, aguas que parecen una piscina, restaurantes con delicias marinas recién pescadas y chiringuitos de música en directo con la promesa de copas hasta el amanecer, también en el mar.
Roatán, paraíso natural.
Pero si hay alguien que puede ser feliz en Roatán es el amante del ecoturismo y la naturaleza. Los senderos agrestes que conducen al corazón de la isla son raramente transitados, repletos de especies autóctonas y exóticas. Aves y plantas tropicales como las orquídeas, helechos y el árbol del chocolate, ese alimento de dioses que en Centroamérica es religión, o el popular árbol caoba de Honduras. De igual forma los fondos marinos son de una riqueza y biodiversidad maravillosa. Siempre haciendo actividades de turismo responsable, respetando el entorno y evitando visitar lugares de explotación animal como el delfinario.
Sopa de caracol en Punta Gorda.
Pero no siempre la isla de Roatán fue tan tranquila. Terreno de disputas entre españoles e ingleses, pasaron siglos invadiéndola y reclamándola para sí. Hoy, tanto el inglés como el español son dos idiomas que conviven entre la población local. Fueron los conquistadores británicos quienes llevaron a Roatán los garífunas, descendientes de esclavos africanos, tras la rebelión en la isla de San Vicente en el siglo XVIII. Hecho que hoy se celebra en una fiesta de carnaval en abril, con ritos y bailes en los que entran en trance. Momento ideal para probar la sopa de caracol, tatareando aquella pegadiza canción de los 90, plato estrella de la gastronomía garífuna. Su casa hoy se puede visitar en Punta Gorda, haciendo inmersión en una cultura indígena propia, reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Datos prácticos. Cómo llegar a Roatán.
- Desde el continente, ciudad de La Ceiba, salen dos ferris diarios a la isla de Roatán (9.30 y 16.30 horas). El tiempo de trayecto es de 1 hora y 10 minutos. El precio ronda los 30$ por persona.
- En Coxen Hole se ubica el aeropuerto internacional de la isla de Roatán, conectado con Tegucigalpa y San Pedro de Sula a través de varias compañías locales como Aerolíneas Caribe Honduras o CM Airlines. Desde Miami, Atlanta y Houston vuelan Delta y American Airlines.
- En un crucero por el Caribe.
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Dónde alojarse en isla de Roatán.
Difícil elegir entre el relax de las cabañas de madera de Puerta Azul en Sandy Bay, donde las puestas de sol son pura poesía; el elitismo de West Bay, con sus playas de ensueño y Grands Resorts; o la animada West End, para esas vacaciones de naturaleza, mar y sol inolvidables y divertidas.
La felicidad tiene nombre: isla de Roatán.
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ail
Acabo de descubrir tu blog, hermosas las fotos y tu forma de escribir. Y… sí, un poco de envidia también, que me estoy asando en la gran ciudad de Buenos Aires.
cosmopolilla
Je je gracias, en cambio en Europa temblamos de frío ¡quiero volver al Caribe! Un saludo
Elizabeth
mi país honduras te amo mi patria hermosa