Por fin. Es hora de decir adiós a este extraño 2020 que tantos altibajos y tristezas ha traído. Para mí ha sido un año difícil y no voy a negar que estoy deseando darle carpetazo y darle a “reset”. En realidad, nada cambia de un día para otro y la situación del 31 de diciembre a 1 de enero es un mero tránsito de almanaque, una pasada de hoja mental. Pero tan necesaria… Quién me iba a decir justo hace un año, cuando celebraba alegre el Fin de año en Reykjavik, la capital más septentrional del mundo, la que se venía encima. Ni mí ni a nadie.

1 de enero 2020, el Viajero al Sol en Reikiavik

Enero en Islandia.

Y es que 2020 no pudo empezar mejor. Justo debajo del Círculo Polar Ártico, de vuelta a la Isla del Hielo y el Fuego como tantas veces había soñado. Cascadas semicongeladas, glaciares, la playa de los Diamantes… Redescubrir este país de naturaleza prodigiosa -e ir mucho, mucho más lejos que la primera vez- en una Ruta por el sur de Islandia en furgoneta ha sido la gran aventura del año. De hecho, la única aventura. Pero eso aún no lo sabía… Y me siento agradecida de haber podido llevarla a cabo, después de todo.

Feliz en los glaciares de Islandia

Porque, como en años anteriores, desde que dejé la oficina y me dedico a mi web, primavera y verano prometían ser un no parar de viajes de trabajo y también personales. Al comienzo de marzo ya estaba haciendo la mochila para volver a Costa Rica, el país de la pura vida más feliz que una perdiz. Con la ETA aprobada, Canadá se iba a convertir en mi próximo destino en Norteamérica en verano… Pero claro, hubo que cancelar todo apresuradamente, ya sabemos por qué. Un palazo en toda la cara. Proyectos idos al traste, pérdidas, ingresos a cero y un futuro muy nuboso cargado de incertidumbre para el sector turismo. Todo eso acompañado de nefastas noticias de muertes y contagios que consumir con ansiedad y el corazón en un puño: una maldita lotería que le puede tocar a cualquiera, a pesar de las precauciones.

Un respiro en verano.

En julio y agosto sopló un poco de aire fresco. Me eché a la calle de Barcelona de nuevo -porque también 2020 trajo un cambio de ciudad (Ahí te dejo Madrid)- de la que apenas me había dado tiempo a disfrutar y familiarizarme. Había pasado más tiempo de encierro que de libertad. Pude escaparme a conocer la bonita Girona, pasar mi cumpleaños en el sur con la familia, y hasta planear un viaje por el extranjero, con PCR incluida. Con mi querida amiga y compi Alícia de Objetivo Viajar navegamos por las Islas Griegas en un julio dorado y sin mascarillas -excepto en espacios cerrados-. Para vacaciones elegí Los Dolomitas en Italia, por aquello de buscar un paisaje en Europa “parecido” a Canadá. Quien no se consuela es porque no quiere… O eso dicen.

Valle de Funes, Dolomitas, adiós 2020 el año de la Pandemia

Como colofón y presintiendo que el otoño iba a ser duro con un nuevo confinamiento, planeé dos semanas en Eslovenia en busca de los Alpes julianos. Pero un cierre de frontera a españoles por los rebrotes y la imposición de cuarentena hizo cambiar el rumbo hacia las costas de Croacia. Al final, ni tan mal: poder pasear por Dubrovnik con pocos turistas es un privilegio.

Dubrovnik y las escaleras de la vergüenza, Adiós 2020

Otoño agridulce…

La vuelta al otoño fue de nuevo un tortazo con la realidad, aunque amortiguado por todo lo pasado. Al menos pude trabajar en varias acciones que habían sido postergadas, conocer la Montaña Palentina, ¡qué maravilla de paisajes y arte románico! Pasar un Halloween en Soportujár, el pueblo de las brujas de la Alpujarra. Y trabajar mucho en casa anhelando esa vacuna, ese futuro esperanzador.

Casa de Baba Yaga en Soportújar

Aún 2020 nos tenía reservado otro golpe sangrante, perder a nuestra Atanasia con sólo 7 años por una enfermedad repentina. El dolor es aún reciente. El único consuelo, o alegría del año, haber adoptado a la pequeña Magui y a Lara en la protectora de Barcelona. Dos gatitas necesitadas de un hogar. Aunque Atanasia es y será insustituible. Como ya dije al principio que 2020 había sido un año de tristezas…

Atanasia, nuestra gatita se fue en noviembre de 2020

Así que como la inmensa mayoría digo adiós a este año de mierda (perdón) y os deseo un feliz 2021 donde celebremos doble todo lo que no pudo ser, con reencuentros, alegrías, besos, abrazos, ilusiones renovadas. Os deseo mucha salud y muchos viajes. Pero, sobre todo, salud.

Publicado por cosmopolilla

La vida es el arte de lo imposible. Licenciada en Comunicación Audiovisual, mi pasión es viajar. Desde 2013 lo cuento en mi blog.

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6 comentarios

  1. Hola Patri,
    No sabía lo de Anastasia…Lo siento mucho. Sé lo que la querías y ha debido ser muy duro perderla además tan joven 🙁
    El 2020 no lo olvidaremos nunca, a mí me sigue pareciendo todo tannnn raro…Esperemos que el 21 sea mejor (no lo tiene muy complicado para superar este año) y podamos recuperar un poquito la vida de antes.
    Un abrazo muy grande y mucho ánimo.

    1. Hola, muchas gracias bonita. Ha sido muy triste la verdad, la echamos de menos muchísimo. Pero no queda otra que mirar al 2021 con esperanza e ilusión. Como dices, con ir recuperando un poco la vida de antes ya sería mejor. Un abrazo enorme y feliz 2021

  2. Como bien has dicho un año para olvidar! Siento mucho lo de tú gatita, entiendo y sé cómo te sientes. Pero finalmente se termina este año y aunque sea eso, un vuelta a la hoja de un calendario que ganas tenemos de dársela. Espero que el 2021 nos traiga salud, a los que vivimos del turismo nos devuelva nuestros trabajos y también venga cargado de viajes. Feliz 2021

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