«A orillas del río Piedra me senté y lloré. Cuenta una leyenda que todo lo que cae en las aguas de este río -las hojas, los insectos, la plumas de las aves- se transforma en las piedras de su lecho.» Paulo Coelho. Monasterio de Piedra.
Contenido del artículo
Invierno de 2017. Monasterio de Piedra, un viaje literario.
Nunca había visitado el monasterio de Piedra hasta este momento, pero ya lo conocía. Lo había visto en sueños. Lo había imaginado con sus luces y sombras, su monumentalidad resquebrajada entre montañas, bosque y agua. Como escenario romántico de historias de amor trágicas, reales o imaginarias. La primera vez que leí sobre él fue en «La pasión turca» de Antonio Gala. El lugar donde la heroína se casa y, a la vez, se desengaña. Años después volví a encontrarlo impreso, con mayor protagonismo: «A orillas del río Piedra me senté y lloré». Un relato de reflexión sobre el amor, la religión y nosotros mismos.
Quiero ver ese agua fría que parece que te habla de ti y del tiempo, que en cierta manera te cura y se lleva tus penas lejos, hacia el mar…
Visita al monasterio de Piedra en Aragón.
La mañana en Aragón es fría y huele a escarcha. Los bordes del embalse de la Tranquera muestran una fina capa de hielo. De Nuévalos, donde he dormido, al monasterio apenas hay unos 4 kilómetros de carretera comarcal y de montaña, entre un espeso bosque. El paisaje es agreste, aislado y hermoso. Puedo imaginar los oscuros años de la Alta Edad Media, cuando aquellos doce monjes cistercienses fundaron aquí su monasterio, en 1194. Ya existía una primitiva construcción: el viejo castillo de Piedra Vieja, de origen musulmán, donado a la orden por el rey Alfonso II de Aragón. Entre ese grupo de monjes se encontraba Gaufredo de Rocaberti, I Abad de Piedra.
Al ser temprano impera el silencio, no hay nadie en el recinto. Tan solo un barrendero retirando las hojas secas del suelo. La primera visita guiada comienza a las 10.00, me anuncian. Así que penetro entre sus muros y me dedico a recorrer y fotografiar el magnífico claustro. Austero, de arcos apuntados tallados emulando a la madre natura, en este claustro del S.XIII se respira paz absoluta, como si aún siguieran aquí los monjes y no hubieran transcurrido los años.
Comienza la visita guiada y al pequeño grupo que nos hemos aventurado en esta fría mañana de invierno nos desgranan la historia y detalles de la vida monástica. La iglesia románica me impresiona, o mejor dicho lo que queda de ella. En un primer impacto mi pensamiento giró a la terrible Guerra Civil, pero la guía lo desmiente: su deterioro comenzó mucho atrás, con la desamortización y el abandono al que fue condenada. Son unas ruinas románticas, saqueadas, fantasmales.
El primer chocolate de Europa.
A continuación el viaje del pasado al presente me traslada por la Sala Capitular, el Auditorio, el Refectorium, la cocina y hasta el calefactorium, un primitivo sistema para combatir los duros inviernos aragoneses. Se dice que fue en estos muros donde se preparó y saboreó el primer chocolate de Europa, ya que un monje del cister, Fray Jerónimo de Aguilar, acompañó a Hernán Cortés a México. Éste envió cacao y la receta al abad del monasterio, D. Antonio de Álvaro, inaugurando una gran tradición chocolatera que se extendió por el continente.
La conexión con los tiempos modernos se encuentra en un museo del vino y en la exposición de carruajes que utilizaba la familia que lo adquirió tras la marcha de los monjes.
Y es que durante siglos el monasterio de Piedra fue construido y ocupado por los monjes hasta la desamortización de Mendizábal, en 1835. Entonces fue abandonado y más tarde subastado y adquirido por Pablo Muntadas Campeny. El objetivo de esta adinerada familia no era otro que montar una industria textil dada la riqueza y abundancia de las aguas en la zona. Pero al contemplar la belleza decidieron darle un uso hostelero y turístico, e instalar una piscifactoría, pionera en España.
Por los senderos del parque del río Piedra.
«A orillas del río Piedra me senté y lloré. El frío del invierno me hacía sentir las lágrimas en el rostro, que se mezclaban con las aguas heladas que pasaban por delante de mí. En algún lugar ese río se junta con otro, después con otro, hasta que -lejos de mis ojos y de mi corazón – todas esas aguas se confunden con el mar.»
Tras el monasterio de Piedra fluye el río del mismo nombre, en un parque natural que es un viaje al mismo mundo de los sueños. En un bosque frondoso, como de un cuento de ninfas y ondinas, el agua se convierte en placer para los sentidos: la vista, que se deleita con las cascadas y saltos de agua bellísimos como el baño de Diana o la Cola de Caballo, bajo la cual se esconde una gruta encantada…
… Hasta el lago del Espejo, donde el reflejo de la montaña se confunde con la nitidez y pureza del fondo.
Ahora quiero cerrar los ojos y solo escuchar… Dejar que el sonido del agua me envuelva. El susurro del viento entre los sauces. El trino de las más de 20 aves que habitan entre las ramas. Oler a húmedo, a oxígeno, a vida… Tocar con mis manos, acariciar la piedra dura y fría del lecho de este río que es leyenda. Sentir el musgo entre mis dedos, el hielo en el que se transforma este agua durante el invierno.
Y al fin, a orillas del río Piedra me encontré a mí misma. Me sentí como la protagonista de esas novelas que leí en mi temprana juventud. Que me inspiraron a viajar. Que de alguna forma me trajeron hasta aquí para sentirme dueña de mi propia historia, de mi destino, de esos anhelos que se derraman en el río y se lleva la corriente.
Visitar el Monasterio de Piedra, datos prácticos.
Cómo llegar al monasterio de Piedra.
- En coche: desde Madrid al monasterio de Piedra por la A2 dirección Zaragoza hay 223 kilómetros. Se tarda aproximadamente 2 horas. Hay que tomar el desvío en Alhama de Aragón.
- En tren: de Madrid a Calatayud se tarda aproximadamente una hora. De Calatayud al monasterio de Piedra salen varios autobuses al día.
Alojamiento en el monasterio de Piedra.
- Reservando con antelación, es posible alojarse en el monasterio de Piedra.
- Al ser mucho más económico, yo me alojé en Nuévalos en el Hotel Río Piedra.
- Precio de la entrada: 15 euros. Se pueden adquirir en la misma taquilla. Hay visitas guiadas a las 10.00, a las 13.00 a las 16.00 horas.
Sigue viajando por Aragón en el blog:
- 7 planes que hacer en Alquézar.
- Lee mi ruta completa de 7 días por Aragón.
- Qué ver en Sos del Rey Católico.
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13 comentarios en “En el Monasterio de Piedra me senté y lloré”
Wooww… me encantaría visitarlo. Tiene pinta de ser un sitio especial!
Lo es, perfecto para una escapada 🙂
Precioso relato!!!! me enamore de ese bosquecitooo…
Gracias 🙂
Hace muchos años hicimos una visita fugaz al Monasterio de Piedra y veo que nos perdimos muchas cosas, así que tocar volver. No puedo negar que un dato en particular captó mi atención: que probablemente aquí se hizo el primer chocolate de Europa!! Turiscurioso! 🙂
Je je así lo ponía en los paneles informativos de la exposición y nos contó la guía ¡así que será cierto! Un besazo