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La magia de Iguazú

Escrito por la
el
20 febrero, 2015

«Yguazú» en lengua guaraní significa «Agua Grande». Pero creo que la palabra que yo usaría sería «inmensa». Inmensa agua, inmensa caída, inmensa visión que me acompañará siempre, como uno de los lugares más impactantes, de belleza brutal y absoluta, que he visitado en mi vida. Si cierro los ojos un momento, sospecho que aún puedo escuchar esa atronadora sinfonía, la de las cataratas de Iguazú al caer…

Iguazú

Cataratas de Iguazú

Cataratas de Iguazú: la orilla brasileña.

Llego al estado de Paraná después de un corto vuelo regional procedente de Sao Paulo. Durante todo el trayecto no he dejado de mirar por la estrecha ventanita la mancha verde oscura, esperando distinguir un atisbo de lo que me aguarda. Nada. En la aproximación sólo nubes y lluvia. Después pienso que es mejor así; la sorpresa será aún más fuerte, superando incluso los títulos ostentados: una de las «Siete maravillas naturales del mundo«, compuesta por nada menos que 275 saltos. Parada técnica en Foz do Iguaçu, la cual me parece una ciudad sin alma, con edificios altos y cuadrados, calles repletas de charcos y tiendas paraguayas. Uno de esos lugares fronterizos en los que no se sabe muy bien dónde estás. Un pueblo gris, que cuando se apagan las luces, me dicen, no hay nada que hacer. Alguien habla de cruzar la frontera y apostar a la ruleta en un casino de Ciudad del Este. Rechazo la invitación: aparte de que no me gusta el juego, aquí he venido a hacer otra cosa…

Cataratas de Iguazú por Brasil

Cataratas de Iguazú por Brasil

Así que cojo el 120 en la calle principal, que me lleva hasta la entrada del parque, donde empieza el recorrido. Cataratas, estoy lista, ¡vamos allá! Ante mí desciende un sendero vertical, entre espesa vegetación. Desde unas ramas lejanas me acechan una pareja de tucanes, que echan a volar sabiéndose descubiertos ¡Cómo me fascinan estas aves tropicales! Ya escucho el murmullo, que se va ampliando más y más, haciendo eco en mis oídos. Excitada, continuo el descenso hasta que se descubren ante mí, como en una alucinación, la primera panorámica de las cataratas de Iguazú.

Cataratas de Iguazú, lado de Brasil

Cataratas de Iguazú, lado de Brasil

Bordeando la floresta, el recorrido se aleja de la tierra para adentrarse encima, literalmente, del cauce del río. Comienzo a caminar por las pasarelas, con la sensación de flotar, casi como si andara sobre el agua…

Iguazú, lado de Brasil

Iguazú, lado de Brasil

Me detengo al borde de la artificial cornisa. Aquí la sensación es de vértigo, contengo la respiración y me tiemblan levemente los pies: siento como si me fuera a caer y atraparme la corriente, en su torrente veloz y violento.

Iguazú

Iguazú

El vapor de agua empaña mi ropa y retina. ¡Qué bien que traje el chubasquero! La vista se me pierde en la profundidad de las cascadas, que percibo borrosas al fondo, desdibujadas entre el verde.

Iguazú

Cataratas de Iguazú

La tarde se hace corta en el invierno del hemisferio sur. Tras dos horas toca a su fin la primera incursión a Iguazú, por el lado brasileño, dejándome totalmente extasiada. Casi no puedo dormir de pensar que al día siguiente regreso, pero a su otra orilla, en otro país: Argentina, a la que actualmente pertenece el 80% del parque. Desde su borde me adentraré hasta la espectacular Garganta del Diablo, la obra más sublime de la madre naturaleza en este abrumador conjunto.

Garganta del Diablo

Garganta del Diablo

Cataratas de Iguazú: la orilla argentina.

Hoy toca madrugar para cruzar la frontera y disfrutar de las cataratas desde otra perspectiva. Me espera un día de emociones, caminata, y hasta un mojado paseo en barca desafiando las corrientes. Pero hago un inciso para contaros que aquí en estos lares no sólo hay «agua grande» en versión vertiginosa. Os presento a los moradores de los bosques que envuelven en su frondoso abrazo al río Iguazú:

La reina de las copas, con su porte elegante…
urraca

Urraca de Iguazú

 

El señor de las ramas, mudo e impasible…
tucan

Tucán de Iguazú

El guardián de los troncos, inquieto y asustadizo…
Lagarto de Iguazú

Lagarto de Iguazú

El rey de las aguas, reposado y tranquilo…
Caimán de Iguazú

Caimán de Iguazú

Y los príncipes de la tierra, simpáticos y atrevidos…
Coatí

Coatí

 

Toda esta fauna y flora, enmarcada en un entorno extraordinario, ha sido el broche de oro a un soberbio viaje al sur de Brasil.

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Que alguien me pellizque, debo estar soñando… O mejor ¡no! No quiero despertar.
Iguazú lado de Argentina

Cataratas de Iguazú, Argentina

La leyenda de las cataratas de Iguazú.

Como todo rincón mágico, Iguazú posee una romántica leyenda: se cuenta que en los márgenes del Iguazú, por aquel entonces arroyo manso, residían los indios guaraníes, quienes todos los años suplicaban el favor del dios Mboí, divinidad de las aguas con forma de monstruosa serpiente, sacrificando a una joven doncella arrojándola al río. Un año la elegida fue la bella Naipí, de la que se enamoró Tarobá, uno de los caciques vecinos invitados a la ceremonia. Ambos amantes decidieron huir de tan cruel destino, escapándose en una canoa por su cauce. Pero esta fuga desencadenó la ira de Mboí, quien  partió las aguas en dos, provocando un gran desnivel que arrastró y hundió a los enamorados en el remolino. Como castigo a su osadía, transformó al joven Tarobá en un árbol de la ribera y a la hermosa Naipí en una roca del río (en otra versión la deja bajo el agua, siendo sus cabellos las hebras de la cascada). Tras culminar su venganza, Mboí se sumergió en la Garganta del Diablo, vigilando celoso que los amantes nunca vuelvan a juntarse. Pero los días de sol, la luz y el agua se confabulan, trazando un arco iris que fusiona al árbol y la piedra, en su imperecedero amor.

La magia de Iguazú

La magia de Iguazú

Parto ya de este edén, preguntándome si realmente existe o si tal vez he sucumbido a un encantamiento ancestral y misterioso. Un hechizo que quizá un día se rompa, despertando a los dos amantes, que convertidos en tucanes se alejen volando juntos hacia el atardecer…

No recuerdo qué hice hace tres días, tres meses, un día cualquiera de mi vida… Pero sí recuerdo que estuve aquí.

Iguazú

Iguazú

Lee la ruta completa en: «Soñar Brasil, sentir el sur«.

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27 Comentarios
  1. Responder

    biologoviajero

    20 febrero, 2015

    Las vistas desde el lado argentino son un pasote, ¿no? La sucesión de cascadas sobre la selva… ¡Qué envidia! Y los animales siempre suman puntos en cualquier viaje. Y el tucán precioso. Tengo unas ganas de un viaje a Centro/Sudamérica… 😛

    ¡un abrazo!

    • Responder

      @lacosmopolilla

      20 febrero, 2015

      ¡Gracias! La verdad es que Centroamerica y Sudamerica son un vergel de fauna y flora, un paraíso entre naturaleza salvaje. A ti que te gustan tanto los animalitos, te recomiendo Costa Rica, el país con mayor biodiversidad. Un abrazo.

      • Responder

        biologoviajero

        20 febrero, 2015

        Ya sois muchos los que me habéis recomendado Costa Rica. Cuando mi economía me lo permita creo que será uno de los primeros destinos «lejanos» 😀

  2. Responder

    Manuel M. Alonso

    20 febrero, 2015

    La fuerza de la naturaleza en Sudamérica es avasalladora y cautiva hasta a las almas más escépticas, pero lo de Iguazú debe superar todos los registros

    • Responder

      @lacosmopolilla

      21 febrero, 2015

      Así es, Manuel. Iguazú es una experiencia que por muchas fotos y palabras que ponga hay que estar allí para sentirlo.
      Lo de la naturaleza en Sudamérica coincido contigo plenamente, es abrumadora y conquista. Un saludo y gracias por tu comentario.

  3. Responder

    Gaolga

    21 febrero, 2015

    Que lugar tan bonitooooooooo…. los tucanes y demás aves! hasta los cocodrilos se ven bien 😀 … y las cataratas impresionantes, solo que cuidado con las cámaras por que se mojan hehe

    Saluditos!

    • Responder

      @lacosmopolilla

      22 febrero, 2015

      Sí, mi pobre cámara con todo ese vapor de agua se quedaba totalmente empañado el objetivo, y eso que la llevaba debajo del chubasquero je je pero la naturaleza allí es impresionante, ¡merece mucho la pena ir! Un abrazo Gaolga.

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