¿Alguna vez has penetrado en las entrañas de la tierra?

Cueva de Fuentemolinos

Espeleología: actividad que consiste en explorar cuevas y cavidades subterráneas naturales.

Dicen que siempre hay una primera vez para todo. Mi bautismo en la espeleología ha sido en la cueva de Fuentemolinos, en Puras de Villafranca. Un pequeño pueblo minero asentado en las faldas de la sierra de la Demanda, Burgos. ¿Y cómo ha sido la experiencia? Pues la verdad que magnífica, muy divertida. Una auténtica aventura. ¡Tanto es así que creo que me voy a aficionar y a repetir en cuanto pueda!

Cueva de Fuentemolinos: un sábado diferente en Burgos.

Sergio, el guía de Beloaventura, nos da la bienvenida en el centro de visitantes al grupo de blogueros dispuestos a meternos en «la boca del lobo». La cueva de Fuentemolinos es la quinta del mundo de conglomerado calizo. Una verdadera joya de las profundidades de la tierra por cuyo interior fluye un arroyo subterráneo. Y a la que no se puede acceder por tu cuenta. ¡Enseguida entenderéis el por qué! Pero lo primero es vestirse para la ocasión: cogemos un casco con frontal de luz, traje de faena y botas de agua hasta las rodillas, que nos mantendrán los pies secos. Arneses para una pequeña parte del camino.

¡Listos para la expedición!
Vestidos para hacer espeleología

La subida monte arriba es suficiente para que el contundente desayuno con el que empezamos el día se vaya a los pies. En un pequeño tramo, por seguridad, nos ayudamos de los arneses y el cableado. Un poquito más… Y ya estamos en el acceso a la cueva: ¡si no es más que una gatera!

Entrada a la cueva de Fuentemolinos

Toca agacharse y descender a ras de suelo, como un conejo que regresa a su madriguera, por un estrecho túnel de siete metros de longitud. ¿Te atreverías? ¡No apto para quien padezca de claustrofobia!

La entrada de la cueva es «un poquito» estrecha

Pero no temas, el angosto pasillo inicial no son más que unos minutos. Pronto la cueva se abre a un vestíbulo donde retumba el atronador sonido del agua en forma de cascada, precipitándose a las profundidades. Hay que pasar tras de ella, con mucho cuidado, por el borde de la pared. Éste es el tramo más «peligroso» y es necesario atarse.

La catedral subterránea de la cueva de Fuentemolinos.

Ahora, una vez dentro de la cueva, ya sólo queda andar y disfrutar de la amplia galería que se despliega ante nuestros ojos. Un paisaje del inframundo que estoy segura se hubiera apoderado el mismo Hades para construir su palacio de piedra.

Cueva de Fuentemolinos

¿Cómo transmitir, escribir, lo que se siente aquí dentro? Estoy sobrecogida pero no tengo frío. El mono gordo me protege de la humedad y la corriente. Si se permanece quieto y a la escucha el silencio sepulcral lo envuelve todo. Tan sólo es interrumpido por las gotas que se deslizan en el sentido de la gravedad del techo al arroyo, afluente de agua pura y cristalina del río Tirón.

La caprichosa «decoración» de la cueva

 

Cueva de Fuentemolinos

La luz de nuestros frontales se proyecta en las irregulares paredes, formando sombras grotescas de nosotros mismos, que avanzamos hacia la oscuridad acompañados del chapoteo de nuestros pasos sobre el agua…

Andando por el río subterráneo

Caminamos entre estalagmitas y estalactitas de caliza, de formas caprichosas e hipnóticas. Pero al fondo nos espera lo mejor: la bóveda de una espectacular catedral subterránea, que el agua ha ido esculpiendo desde hace 35 millones de años.

La cueva de Fuentemolinos

Pero esta impresionante cueva no acaba aquí. El guía nos explica que, en realidad, se han topografiado nada menos que 4.086 metros de extensión, distribuidos en tres pisos. Éste que hemos recorrido es el más sencillo y el inferior de los tres. Un viaje al centro de la tierra que nos ha consumido casi tres horas. Qué curioso cómo se diluye la percepción del tiempo, allí dentro. Al volver a la luz por el mismo camino (sí, toca arrastrase otra vez cual comadreja) no soy consciente de si ha pasado una hora o todo un día…

¡Vuelta a la luz!

Con una nueva experiencia en nuestras espaldas, marchamos a comer un contundente plato de caparrones típicos de la zona.  ¡Muy merecidos!

Agradecer a la oficina de Turismo de Burgos por haber hecho posible esta experiencia.

Echa un vistazo a esta Ruta en coche por Las Merindades de Burgos.

La visita a la cueva de Fuentemolinos cuesta 35 euros por persona (seguro de asistencia civil y médica incluido).

Publicado por cosmopolilla

La vida es el arte de lo imposible. Licenciada en Comunicación Audiovisual, mi pasión es viajar. Desde 2013 lo cuento en mi blog.

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11 comentarios

    1. Gracias, Jordi. Cuando quieras 😉
      Yo también he ido a muchas cuevas pero más facilitas, como tú sin hacer espeleo, sólo de paseo. Y la verdad es que cambia la experiencia, ¡esto es mucho más aventura!

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