De Valladolid a Santiago: el Camino de Madrid
Escribía Nietzsche «sólo tienen valor los pensamientos que nos vienen mientras andamos«. ¿En qué cavilaciones anduvo perdida mi mente mientras recorría, paso a paso, los kilómetros del Camino de Madrid en dirección a Santiago? ¿En qué reflexiones inspirada por los holgados páramos de Castilla? ¿Por ese cielo azul pintado de nubes como una acuarela? En todo. En la nada. Tal vez en reinas indomables, historias que ya sólo el viento recuerda. En escuchar mi voz interior. A la gente del Camino. Gentes humildes, ricas en sabiduría. En estar tan cansada, al final del día. Cuando la felicidad radica en las cosas más simples: una ducha caliente, unos calcetines secos, un plato de sopa. Fatiga. Frío. Un pueblo precioso y el «no puedo más». La euforia de conseguirlo: ahí está la meta. El regreso a casa sin más ruido en la cabeza que el del murmullo de la brisa en las hojas de los álamos.
Este es el relato de cuando fui peregrina en una de las rutas jacobinas más solitarias y desconocidas: el Camino de Madrid. ¡En este pequeño vídeo puedes ver un resumen de la experiencia! ¿Seguimos las flechas amarillas?
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Una breve introducción histórica al Camino de Madrid.
En 1085, Madrid se incorpora a la Corona de Castilla tras su conquista por las tropas de Alfonso VI. Dos siglos antes, había sido descubierto el sepulcro del apóstol Santiago en Compostela. La villa crece y una de sus parroquias se dedica a Santiago el Mayor. Ante ella comienza una ruta de peregrinaje donde los viajeros siguen los vestigios de la Calzada Romana, cruzando las montañas en dirección Segovia. Atraviesan la provincia de Valladolid hasta conectar, en Sahagún, con el Camino Francés. Esta vía jacobea, no nueva pero sí menos conocida, se ha retomado, señalizado y puesta en valor en las dos últimas décadas. En la parte de Castilla y León cuenta con albergues e infraestructuras destinadas a un peregrino que quiere salirse de lo comercial. Volver a la esencia de ese Camino de quien se busca a sí mismo en un pacto en la naturaleza con el silencio y la soledad.
Se dice que el Camino de Madrid es como era el Camino Francés antes de que su popularidad lo asimilara a una romería, sobre todo en las épocas estivales.
De Valladolid a Santiago. El Camino de Madrid.
Tengo una semana. Mi tramo elegido del Camino de Madrid son las etapas que discurren por la provincia de Valladolid. 118,6 km de paisaje castellano en estado puro: páramos, valles, planicies, campos de cereales y riberas. El arte y la historia de monumentos tan emblemáticos como el castillo de Simancas, la iglesia románica de Wamba o el monasterio de la Santa Espina. Incluso un canal navegable. Seis días de grandes experiencias y aprendizajes.
Etapas del Camino de Madrid (provincia de Valladolid).
Etapa 1: Alcazarén – Puente Duero. 23 km.
Día 2: Puente Duero – Ciguñuela. 13 km.
Etapa 3: Ciguñuela – Castromonte. 22,1 km.
Día 4: Castromonte – Medina de Rioseco. 13,5 km.
Etapa 5: Medina de Rioseco – Cuenca de Campos. 25 km.
Día 6: Cuenca de Campos – Melgar de Arriba. 23 km.
El final del Camino de Madrid por la provincia de Valladolid es Melgar de Arriba. Aún quedan 372 km para el mítico abrazo al Santo en la catedral de Santiago de Compostela.
Diario de una peregrina en el Camino de Madrid.
Etapa 1: Alcazarén – Puente Duero. 23km.
Un otoño que huele a lluvia pongo rumbo a Valladolid con la mochila repleta de ropa de abrigo, mis viejas botas, el saco de dormir y, sobre todo, ilusión. Ganas de ponerme a prueba y superar el reto de caminar durante seis días. Completar los 118 kilómetros del Camino de Madrid a su paso por tierras vallisoletanas.
A primera hora de la mañana ya estoy frente a la iglesia de Santiago de Alcazarén. Este municipio de origen musulmán, que duerme silencioso, es considerado la cuna del mudéjar vallisoletano. Prueba de ello es la iglesia parroquial románico – mudéjar, cuyo retablo Mayor está dedicado a Santiago.
De Alcazarén a Valdestillas. 16 km.
En los 16 kilómetros que me separan de Valdestillas la suerte me sonríe: no llueve. El sendero es plano y discurre entre pinares, esquivando charcos. Nadie. Ni un alma durante las más de tres horas.
Del famoso mesón en el Reino de Castilla que fue citado por Cervantes no queda rastro. Sólo un bar en la plaza donde comer un bocata. Pero antes, tiene lugar uno de los mejores encuentros de todo el Camino de Madrid: el Taller alfarero de Daniel, justo a la entrada de Valdestillas. En la misma acera de flechas amarillas, su portón está abierto a los peregrinos que se aventuran a apreciar su arte. O hasta una pequeña clase, improvisada, de alfarería.
Valdestillas – Puente Duero. 8km. Noche en el albergue de peregrinos. Precio: la voluntad.
Valdestillas queda atrás. Comienza a chispear cuando cruzo el puente de la época romana sobre el río Adaja. 8 km hasta Puente Duero mojados. Aunque todo lo compensará el albergue que regenta Arturo, el hospitalero. ¡Se está como en casa! Aquí conozco al primer peregrino del Camino de Madrid: un noruego de nombre Gunnar, que supera los 50. Conversaciones en inglés fluyen al calor de una tortilla española. Es su última noche, ya se vuelve. El Camino de Madrid también se hace por tramos. Aunque en la sierra de Guadarrama, me cuenta, tuvo que coger el tren porque era imposible atravesar la Fuenfría debido a la nieve.
Justo antes de dormir, envuelta en mi saco, lo último que escucho tras el cristal es cómo afuera aprieta la lluvia…
Día 2: Puente Duero – Ciguñuela. 13 km.
La villa de Simancas.
Nublado y pronóstico de lluvia. Mochila al hombro y retomar el Camino. De nuevo la soledad. Un silencio que huele a fragante hojas de pinos. El siguiente hito es la histórica villa de Simancas, a 6,3 km. Desde su largo puente medieval sobre el Pisuerga se divisa una loma cubierta de casas nobiliarias. Las flechas amarillas conducen por sus callejuelas, cuesta arriba, en dirección a su corazón.
En la iglesia del Salvador, del S.XVI, me refugio de la lluvia. Con un bello claustro, posee una figura de Santiago peregrino y el retablo mayor, obra de Berruguete. La presencia y referencias al apóstol durante el Camino de Madrid son persistentes.
Pero la joya de Simancas es el Archivo Real ubicado en el castillo. Una fortaleza del siglo XV reconstruida por la familia Enríquez, almirantes de Castilla. Sus gruesos muros guardan el archivo de todos los papeles de la Corona y el Reino. Aunque también fue prisión de Estado bajo el reinado de los Reyes Católicos, donde estuvo preso y fue ejecutado el capitán comunero Antonio de Acuña.
Simancas – Ciguñuela. 6,3 km. Noche en la Casa del Maestro. Precio: 8€.
La lluvia me acompaña en los largos llanos de los campos de cereales, camino de los Montes de Torozo. No veo la hora de llegar a Ciguñuela. Estoy helada y, a pesar de que son menos kilómetros los recorridos, noto más el cansancio que el día anterior.
El albergue de Ciguñuela, tan nuevo que parece estar sin estrenar, se ubica en la Casa del Maestro de las antiguas escuelas. Cerquita de la torre espigada de la iglesia de San Ginés, usada en otros tiempos para comunicarse con la atalaya de Simancas, en el mesón la Milga me sirven mi cena de peregrina. Una sopa de ajo, pollo y natillas caseras. Muy merecida.
Etapa 3: Ciguñuela – Castromonte. 22,1 km.
Wamba: el osario más grande de España.
Hoy soleado es el Camino que conduce a mis pies durante 7 km hasta la localidad con nombre de rey godo: Wamba. Esta apacible aldea de poco más de 300 habitantes y casas de piedra presume de ser el único pueblo de España cuyo nombre empieza por «W». En la capilla anexa a su iglesia románica hay un osario con unos 3.000 huesos y cráneos humanos, pertenecientes a monjes de los siglos XIV al XVII. Tétrica e interesante visita a un templo que también atesora frescos mozárabes y sepulcros góticos.
Wamba – Peñaflor de Hornija. 7 km.
7 kilómetros de luchar contra el viento en páramos yermos y amarillos. Al fondo, aspas de molinos gigantes se mueven al compás, batiendo con furia los embistes de este amigo invisible. Sigo subiendo, hasta los 800 metros, y la última cuesta a Peñaflor se hace pesada. En el mirador al valle que labra el río Hornija, me vienen a la mente las frases de Machado: esta es la Castilla que describía en sus poemas. La Castilla árida, fría, de verdes pradillos, cerros cenicientos, colinas y sierras calvas.
El Monasterio de Santa Espina.
7 kilómetros más hasta un lugar colmado de paz y espiritualidad: el Monasterio de Santa Espina. La reliquia más visitada por los peregrinos del Camino de Madrid es una espina de la corona de Cristo que regalaron a Alfonso VII. Para su custodia, Doña Sancha fundó este monasterio cisterniense a orillas del río Bajoz, en 1142.
Santa Espina – Castromonte. 6 km. Albergue: 5€.
Siguiendo el curso del Bajoz se localiza Castromonte. Si sus viejas piedras hablaran, contarían cómo fue castro de legiones romanas (de ahí su nombre). Más tarde, señorío del privado de Pedro el Cruel. Hoy, me parece un pueblo olvidado y vacío, sin un sólo bar abierto. Su albergue, en el edificio rehabilitado de las escuelas, se encuentra a las afueras. Llego justo con el último rayo de sol.
Día 4: Castromonte – Medina del Rioseco. 13,5 km.
Castromonte – Valverde de Campos.
Como cada mañana el ritual de rehacer la mochila. Preparar el desayuno en una cocina que no es la mía. Partir al alba. La primera etapa, a Valverde de Campos, son 8 agradables kilómetros entre el verde, con la canción del agua. Valverde es pequeña y rural. De épocas pasadas más florecientes, queda testigo mudo la Casa-Palacio del Marqués de Monreal, del siglo XVII.
Medina de Rioseco y el Canal de Castilla.
Los 5 kilómetros restantes a Medina de Rioseco son un paraje abierto de maizales tostados por el sol. Merece la pena llegar pronto: ¡es tanto el patrimonio para ver! El auge económico y artístico que prosperó a partir del S.XV, cuando Alonso Enríquez y Juana de Mendoza establecieron su Almirantazgo, es patente en su centro histórico. El Camino de Madrid sigue la Rúa Mayor, vía de piedra porticada con comercios tradicionales. Entre otros monumentos, destacan la iglesia de Santa María de Mediavilla, del siglo XVI; la de Santiago de los Caballeros o la iglesia conventual de San Francisco. Y, por supuesto, la dársena del Canal de Castilla. En su margen la Fábrica de Harinas de San Antonio ha sido recientemente recuperada para la visita turística.
Albergue de peregrinos: Monasterio de San Francisco. Precio: 7€.
Esta noche duermo en un convento. A las afueras de Medina de Rioseco se ha habilitado una parte del monasterio de San Francisco para dar cobijo a los peregrinos del Camino de Madrid a Santiago.
Etapa 5: Medina de Rioseco – Cuenca de Campos. 25 km.
¿Quién iba a imaginar que por las llanuras de la meseta pudiera navegar un barco? Una gran obra de ingeniería, durante la Ilustración, unió por agua pueblos y ciudades de tierra adentro. Sin duda una de las etapas más bonitas del Camino de Madrid a Santiago: caminar junto al Canal de Castilla hasta séptima esclusa. No sin antes asomarme al centro de recepción de visitantes del Canal.
Lagunas de Tamariz.
El ameno paseo bajo la arboleda de 7 km. hasta la séptima esclusa da paso, de nuevo, al páramo. Hoy las casetas de avistamiento de aves a las lagunas me sirven de refugio para un tentempié. Tamariz, con apenas cien habitantes es pequeño y «se muere», me cuenta un vecino octogenario. «Nadie joven quiere vivir aquí». Tras conversar sobre el drama de los entornos rurales me asomo a uno de los muchos palomares que hubo en la zona, hoy también en desuso.
Tamariz – Cuenca de Campos. 16 km. Albergue: 7 €.
La siguiente parada es en Moral de la Reina y el esqueleto de la iglesia de San Juan. Aún en ruinas, resulta impresionante la torre mudéjar y el pórtico renacentista. Sigo atenta a la arquitectura popular típica de la Tierra de Campos, los palomares, moldeados a base de adobe y tapial. 8 kilómetros más hasta Cuenca de Campos. El albergue se ubica muy cerca de los soportales de la plaza Mayor. Aún me queda un poco de luz para echarle un ojo a los restos del convento de San Bernardino de Siena.
Etapa 6: Cuenca de Campos – Melgar de Arriba. 23 km.
Último día. Es sábado y se está montando el mercado de la plaza de Villalón de Campos, a 5 kilómetros de Cuenca. El museo del Queso es una didáctica visita sobre este apasionante mundo. Aunque lo más bonito de Villalón, para mí, es la plaza Mayor con la iglesia de San Miguel y el Rollo Jurisdiccional. Una obra de estilo gótico – renacentista realizada con la piedra sobrante de la catedral de Burgos.
Villalón de Campos – Santervás de Campos. 17 km.
Dejo atrás Fontihoyuelo para aterrizar ante uno de los lugares más icónicos del Camino de Madrid. En Santervás nació Ponce de León, el descubridor de la Florida y fundador de San Juan de Puerto Rico. Su estatua y museo rinden homenaje a este intrépido navegante. Pero además Santervás posee la iglesia de los Mártires San Gervasio y San Protasio, el primer templo románico – mudéjar castellano, erigida en el S.XII.
Melgar de Arriba, último pueblo del Camino de Madrid en Valladolid.
Junto al museo de Ponce de León hay un albergue de peregrinos. Sin embargo, tengo que completar los 6 kilómetros más hasta Melgar, mi fin de etapa. Este pequeño municipio, en los lindes con la provincia de León, conserva otra iglesia de Santiago ya en ruinas. A las afueras de Melgar, junto a San Miguel, deposito mi piedra en el mojón. Reto conseguido. Como me dijo Arturo el hospitalero: «A Santiago se va, nunca se llega». Cuánta razón tenía: lo importante es el propio Camino en sí. Que no es otro que un viaje al interior de mí misma.
Epílogo. Sahagún y el Santuario de la peregrina.
El Camino de Madrid sigue durante 16 km más, ya en la provincia de León, hasta Sahagún. En el Santuario de la Peregrina, la patrona del Camino de Madrid, se fusiona con el Camino Francés hasta Santiago de Compostela.
Consejos y datos prácticos para hacer el Camino de Madrid.
El Camino de Madrid a Santiago completo son en total 660 kilómetros; unos 25 días. El tramo que yo hice por la provincia de Valladolid son 118 kilómetros. Llegar a Valladolid desde Madrid en transporte público es fácil y rápido: el tren de alta velocidad conecta ambas capitales tan sólo en hora y media. A Alcazarén, situada a 30 km al sur de la capital, hay autobuses con relativa frecuencia en la línea que va a Íscar.
Albergues de peregrinos del Camino de Madrid:
Disponibilidad de los albergues: aunque el Camino de Madrid a Santiago parte de Madrid, en esta comunidad no existen, como tal, albergues de peregrinos. Sí albergues de juventud y hostales. En los albergues de Castilla y León es necesario reservar o avisar fuera de temporada. En otoño e invierno permanecen cerrados.
Listado de albergues de peregrinos de la provincia de Valladolid:
- Alcazarén: 4 plazas disponibles. Teléfono: 983609002 / 921566363.
- Albergue de Puente Duero: 8 plazas. Teléfono: 678318188.
- Ciguñuela: Casa del Maestro. 16 plazas. Teléfono: 983593000.
- Castromonte: 20 plazas. Teléfono: 983566666 / 625866627.
- Medina de Rioseco: 16 plazas. Teléfono: 605041394 651560914.
- Albergue de Santervás: 30 plazas. Teléfono: 983785196.
- Melgar de Arriba: 5 plazas. Tlf: 983785003.
La mochila para el Camino: es importante el saco de dormir, ya que en los albergues no hay sábanas. Sí mantas, agua caliente y calefacción. Las cocinas están dotadas de menaje para cocinar. A la hora de hacer la mochila es importante: poco peso; unas botas viejas. Ropa térmica para el otoño e invierno.
Iglesias y monumentos: si no están abiertas y se quieren visitar, suele haber un número de teléfono en la puerta de la persona que las enseña. También se puede solicitar que las abran preguntando en la oficina de turismo o en el Ayuntamiento.
Agradecimientos: muchas gracias a Turismo Provincia de Valladolid por su invitación a hacer el Camino de Madrid. Gracias también a Arturo, el hospitalero de Puente Duero, por sus historias, consejos y cálido recibimiento. Gracias a todas las personas del Camino por acompañarme, por hacer de esta experiencia una vivencia que atesosaré en mi memoria para siempre.
Netikerty
Que bonito reportaje y que bonito relato de tu viaje del camino de Santiago de Valladolid a Santiago. No he hecho ninguna etapa del camino de Santiago y es algo que tengo en mente desde hace mucho tiempo, que me gustaría hacer con mis amigas de la infancia, pero todavía no hemos cuadrado fechas.
cosmopolilla
Je je supongo que sí, es difícil ponerse de acuerdo porque al menos necesitas una semana para que valga la pena… Y si no ¡anímate a hacerlo sola! Es una gran experiencia