El sol de otoño acaricia el bosque de hayas y abetos con hilos de luz entre las ramas, pintándolo de magia. El suelo es una cama de hojas secas que crujen bajo mis pisadas. Es noviembre en la Selva de Irati, la extensa masa forestal que forra de verde y tostado el Pirineo de Navarra. Un bosque encantado que me ha hechizado al instante.

La Selva de Irati en otoño

Destino: Ochagavía, Navarra.

Siempre es un placer ir a Pamplona, la bonita capital Navarra, de donde partimos. Me encantan sus gentes, la cantidad de zonas verdes, las callejuelas del Casco Viejo y, cómo no, irme de pinchos. Aunque llegamos en tren, hoy no me puedo quedar. Tenemos una hora de trayecto en coche hasta Ochagavía, en el valle de Salazar, al este de este bosque legendario (por el oeste se accede por Orbaitzeta).

Ochagavía, Navarra, la Selva de Irati

El camino es una delicia. Discurre tranquilo entre montes, ríos, praderas y pueblos en los que me querría parar en cada uno de ellos. Dar un paseo. Tomar fotos… Sí, me gusta disfrutar del viaje en sí mismo.

Carretera a Ochagavía, Navarra

Alojamiento rural en Ezcároz.

He reservado un hotel en Ezcároz, a 3 km de Ochagavía, ya que cuando busqué en el mismo pueblo no quedaba. Se trata de un destino muy solicitado, sobre todo en otoño. Pero cuando llego a Ezcároz no me importa: es un pueblito hermoso de esos de montaña, adherido al río Salazar por un lado, al bosque por el otro. La Casa Otsoa, un hostal rural acogedor y de precio razonable.

Ezcaroz, Navarra

El cielo azul luce sobre Ochagavía: hace un día espléndido. El pueblo me conquista con sus casas de piedra gris decoradas con geranios; su río de agua clarísima… A su vera tomamos unas cervezas y un bocata en una animada terraza. La mezcolanza de idiomas -español, francés y euskera – se ve interrumpida por el repicar de las campanas, marcando la hora.

Ochagavía, puerta de la Selva de Irati

La vida en Ochagavía transcurre con una tranquilidad idílica, te envuelve abrazándote como los árboles abrazan al pueblo en eterno romance.

Calles de Ochagavía

¡En marcha! Senderismo por la Selva de Irati.

Amanece otro día magnífico, ¡qué suerte estamos teniendo con el tiempo! Con un jersey es suficiente. Botas de montaña y a patear por la frondosidad del bosque: la Selva de Irati es el segundo hayedo – abetal más extenso y mejor conservado de Europa tras la Selva Negra de Alemania, la cual visité hace algunos veranos.

Estampas de otoño en Navarra

Antes de subir al coche toca llenar la mochila de provisiones para la excursión: agua, pan, unas manzanas, latas de atún y un bote de pimientos. Desde Ochagavía parte la sinuosa carretera que asciende por el Puerto de la Tapla, desde el cual se obtiene una magnífica panorámica del norte navarro: prados de vacas, bosques… Con los puntiagudos picos de los Pirineos de fondo.

Vista de los Pirineos

Seguimos la carretera hasta el final, ya que queremos dejar el coche en el parking que hay justo al lado del puesto de información, bajo la ermita de la Virgen de las Nieves. El precio son 5€ por vehículo, pero en el hostal nos han dado un vale de descuento y sólo pagamos 2€.

Un bosque de cuento…

La Selva de Irati es tal y como la había soñado. Ante mí se despliega un abanico de contrastes cromáticos: verde oscuro el de los abetos; sinfonía de ocres la de las hayas desnudándose para el invierno; verde claro el del musgo que se apodera sin piedad de rocas y troncos.  Este es un escenario de cuentos infantiles, de hadas, duendes o animales mitológicos.

El bosque mágico de Navarra

¿Quién vive aquí? 

La Selva de Irati

Dudamos la ruta a seguir. La mayoría de turistas que aprovechando el buen tiempo se han acercado hasta aquí toman el sendero de la derecha desde la caseta de información, la ruta que va al pantano. Elegimos la contraria, a la izquierda. Rumbo a la cascada del Salto del Cubo.

Cascada Salto del Cubo
Río Irati, Navarra

Continuamos ascendiendo paralelos al curso del río, cada vez más solos, disfrutando del sol, el olor a naturaleza, el sonido de la brisa agitando las ramas, haciendo volar las hojas sobre nuestras cabezas…

Senderismo por la Selva de Irati

Hasta toparnos con la frontera con Francia. Frontera imaginaria, en este caso. Lo único que nos constata que estamos en tierras galas es un señor que nos saluda al paso: «Bonjour». Comprobamos en el mapa y sí, estamos pisando suelo francés.

Cruce de caminos, Selva de Irati

La Selva de Irati es un rico ecosistema que contiene especies como el ciervo (la berrea es a principios de otoño, debe ser un espectáculo digno de contemplar). Sus árboles son casa de aves en peligro de extinción como el pájaro carpintero, el pito negro o el pico dorsiblanco. Este domingo de noviembre no tenemos suerte y no vemos a ninguno de sus habitantes. Creo que el exceso de turistas los han asustado y permanecen agazapados esperando a que nos marchemos…

Cartel informativo de la fauna de la Selva de Irati

Lo malo de los días de otoño es que son cortos y no más tarde de las seis el sol languidece. Más entre montañas. La umbría se va apoderando del bosque a la par que crecen las sombras.

Atardecer en la Selva de Irati

Atardece en el bosque encantado y emprendemos el regreso a Ezcároz.

Atardecer en el bosque

Un cielo cuajado de estrellas me acompaña esa noche por la vereda que une Ezcároz con Ochagavía. Despido al frío y a la selva encantada con un vino del lugar. Esta noche me voy a soñar con mi cama del bosque…

Mi cama de hojas en la Selva de Irati

Más información en: Turismo de Navarra.

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Publicado por cosmopolilla

La vida es el arte de lo imposible. Licenciada en Comunicación Audiovisual, mi pasión es viajar. Desde 2013 lo cuento en mi blog.

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