Yo elegí viajar
Yo elegí viajar. Para contemplar cómo se va el sol al otro lado del mundo, cuando sube la marea y el océano rodea el torii flotante de Miyajima. Cuando el agua resplandece de luz y el tiempo se para regalándome un instante único. Yo elegí viajar para descubrir palabras nuevas. El significado de «Ikigai» y «Komorebi». Para perderme por bosques de bambú y escuchar los tallos crecer.
Yo, elegí viajar. Porque necesito un aprendizaje constante. Conocer la Historia de herejes que tal vez fueron sabios, nacidos en el tiempo equivocado. Descifrar inscripciones en lápidas de abadías fantasmas, donde lucharon ingleses y escoceses por la posesión de la Tierra unos, otros al grito de «Libertad». Volver a enamorarme de Edimburgo. Todas tenemos un lugar al que siempre queremos regresar. Al que, simplemente por pensarlo, se ilumina nuestro rostro con una sonrisa.
Y hablando de sitios a los que volver…
La península de Yucatán me esperaba de nuevo. Cenotes cristalinos en los que zambullirse. Pirámides mayas junto a las que se siente la energía del universo. Descubrir Campeche, ciudad colonial de colores. Chichén-Itzá. Tulum. Cobá. La otra Mérida y Valladolid, pueblo mágico. Aquí y ahora, una declaración de intenciones: México lindo, no hay dos sin tres.
Si elegí viajar fue para sentir el abrazo de la Madre Tierra en bosques primitivos. Bajo volcanes durmientes. En miradores a mil metros del suelo. Allí donde el mundo es azul y perfecto. ¿Que por qué voy todos los años a las islas Canarias?
Porque elegí viajar también para entender mejor mi país. Sus caminos intransitados, como este que atraviesa la Vieja Castilla de Madrid a Santiago. Que las montañas de La Rioja albergan iglesias y monasterios de leyendas medievales. Que una ciudad rodeada de chimeneas, puede poseer un increíble casco histórico como el de Avilés.
Aunque tal vez no elegí viajar por voluntad propia. Tal vez viajar me eligió a mí… ¿Quién sabe? Y escuché su llamada bajo el sol de medianoche en ese atardecer infinito sobre los Mil Lagos de Finlandia. La magia existe, créeme. Se manifiesta allá, en las latitudes polares del planeta.
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Aunque también elegir viajar tiene su parte negativa…
Tal vez no lo creas. Pero a veces me asalta una sensación de vértigo. De que el tiempo se escurre demasiado rápido de horizonte en horizonte, avión en avión. De estar subida a una noria que gira y gira. A veces se mezclan imágenes en mi mente y confundo lugares. Maravilloso ejercicio, este blog, para vencer al olvido y presentar los recuerdos de forma ordenada. Pero, aunque esto suceda, prefiero mil veces la sensación de vida loca, inestable, algo caótica, incluso los ataques de cansancio… Que los aplastantes y cotidianos días de 10 horas en la oficina. Simplemente, no nací para estar encerrada. Creo que todas somos aves. Y, una vez que desplegamos las alas ya no podemos, ni queremos, dejar de volar.
Yo elegí viajar para contarlo.
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Javi
Tan inspirador como siempre! Te deseo que en 2019 viajes tanto o más, porque mereces vivir de la forma que has elegido 🙂
cosmopolilla
Muchas gracias, Javi, un abrazo enorme y para 2019 sólo pido ¡salud y viajes!
casa rural en trujillo
Espectacular espero que la menos 2019 sea tan espectacular como 2018 y esté repleto de viajes y sueños enhorabuena
cosmopolilla
Muchas gracias, ¡ojalá 2019 venga cargadito de viajes! 🙂