El vaquero avanza al trote bajo el cielo de primavera. Ante él se extiende el paisaje ondulado en colinas de La Janda gaditana. El contemporáneo Euritión aún no divisa el mar, esa mancha azul donde antaño se ubicaba Eritrea, la isla del gigante que Hércules derrotó. El horizonte ha cambiado. Ahora es un cuadro salpicado de modernos molinos de viento que giran al compás que marca el Levante. Escribió Robert Penn que «La Historia es el gran mito que vivimos». Ahí están: el rebaño de vacas y bueyes rojos que el héroe legendario robó en su décimo trabajo. El pastor las sigue guardando, prueba de que esta es una tierra donde fábula y realidad conviven dándose la mano. Pronto acabara su jornada y volverá a su casa de Medina Sidonia, el Balcón de la Bahía de Cádiz. ¿Lo seguimos?
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Qué ver en Medina Sidonia, la tierra de los toros de Gerión.
Han pasado siglos desde que músicos y poetas cantaran en latín las hazañas del héroe grecorromano por antonomasia. Sin embargo, las huellas de esta civilización que fundó en el S.I la colonia con derecho romano Asido Caesarina Augusta perduran en puentes, canalizaciones de agua y cloacas, la calzada o las ruinas del castellum. Piedra sobre piedra que se desmorona y se reconstruye en una Asidonia visigoda cuyos vestigios permanecen en la ermita de los Santos Mártires. Más tarde Omeya, conquistada por el ejército del rey Sabio y frontera medieval con el reino nazarí de Granada. Entonces pasó de villa a Ciudad, gracias a Enrique IV premiando los servicios prestados contra los musulmanes.
El Museo Arqueológico de Medina Sidonia.
Sin duda la de esta ciudad es una Historia apasionante que descubrir desde las profundidades, en las galerías subterráneas de su Museo Arqueológico, a la superficie, atravesando el Arco de la Pastora. Esta puerta musulmana da acceso a las callejuelas blancas de puro sabor andaluz, empedradas, con casonas y patios cuajados de macetas, siempre en cuesta en dirección al castillo. Pero antes, un trago de los caños de la Fuente Salada. A pesar del nombre, el agua de Medina Sidonia es refrescante y exquisita.
Casco histórico de Medina Sidonia.
Apacible y entrañable. Así se me muestra Medina Sidonia en mi paseo de cuestas y escalinatas, entre el tañido de iglesias de realengo como la de la Victoria. Me siento una visitante indiscreta que se asoma tímidamente a sus patios vecinales, donde el trino de un canario pone banda sonora a las tareas cotidianas. Desde la plaza de España, donde se ubica el ayuntamiento, una Casa Consistorial de estilo manierista del S.XVII, asciendo a la plaza de la Iglesia Mayor, construida sobre una antigua mezquita que domina la ciudad.
Ciertamente, atravesar la Puerta de Belén es como pasar bajo el arco del tiempo…
Medina Sidonia es para perderse. Para andar sin rumbo entre sus casas de fachadas encaladas con ventanales de verjas andaluzas. Sentarse en la plaza de España a tomar una cerveza entre risas de niños y las golondrinas al atardecer. Para fijar la vista en su horizonte que mira a la bahía.
Qué ver en Medina Sidonia y alrededores.
La frontera natural en la Edad Media entre los reinos cristianos y el nazarí está marcada por las lindes de un bosque subtropical único en Europa. Protegido por los picos de la Sierra de Grazalema y azotado al sur por los vientos del Estrecho, la lluvia se siente cómoda regando un bosque prehistórico donde sobrevivió la laurisilva en la última glaciación. Acebos y quejigos, el roble andaluz, y sobre todo alcornoques de donde se extrae un 15% del corcho mundial configuran este paisaje de cuento donde sentir la naturaleza a través de la canción del agua y la brisa entre los helechos. Siempre vigilados por los reyes del aire: los buitres leonados.
Senderismo por el Parque Natural de los Alcornocales.
Por el Parque Natural de los Alcornocales discurren rutas circulares, de baja y media dificultad. Los caminos están señalizados con paneles indicativos sobre la fauna y flora de este singular entorno al que respetar como nuestro hogar. Completamos los 4 kilómetros del sendero Valdeinfierno, junto a una fresca garganta de agua por la cañada real de San Roque a Medina Sidonia.
En el Parque de los Alcornocales disfrutamos de un magnífico día de campo y almuerzo en el merendero. Antes de internarnos por sus senderos, es más que recomendable la visita al Centro de Interpretación y Jardín Botánico, con una pequeña muestra de las especies y un curioso lugar: una Suberoteca, la biblioteca de corcho más antigua de España y única de Andalucía.
Medina Sidonia es uno de los pueblos con más encanto de Cádiz. Descubre más lugares imprescindibles que ver en Andalucía, la región con más duende de España.
Paseo por el campo: ganado y molinos.
«El viento lo mueve todo». Los modernos enemigos del hidalgo más literario producen hoy energía gracias a los vientos de Levante que giran sus grandes aspas entre campos de cereales. La primavera cubre de flores las praderas del Campo Eólico Don Quijote de La Janda, a las afueras de Medina Sidonia. Visita didáctica para aprender más sobre renovables y, sin duda, muy fotogénica.
«Por su ubicación y estabilidad del clima, la Campiña de Cádiz tiene los mejores pastos del mundo», sentencia Jose Manuel Durán. La lista de imprescindibles que ver en Medina Sidonia no estaría completa sin una visita a la Finca ecológica de la vaca autóctona retinta: la Finca Durán – El Jardinillo. El lugar donde los toros de Gerión viven y pacen miles de años después en los pastos de Cádiz.
Datos prácticos para visitar Medina Sidonia:
Dónde alojarse en Medina Sidonia.
En mi estancia en Medina Sidonia me alojé en la Casa rural La Loba. Una casona familiar y tradicional andaluza de exquisita decoración, en la que Victoria, su encantadora anfitriona, te hace sentir como en casa desde el primer minuto. El desayuno es conocido incluso en las casas rurales vecinas; particularmente de los mejores que he comido por lo completo y la calidad. No me extraña que tenga clientes recurrentes.
Gastronomía de Medina. Dónde comer en Medina Sidonia.
Del mar a la montaña. Por su privilegiada ubicación Medina Sidonia goza de una excelente gastronomía donde no faltan los mejores pescados de la Bahía de Cádiz, verduras ecológicas de la huerta kilómetro cero, divinos quesos como el Payón, y por supuesto carnes autóctonas como la reconocida a nivel mundial las terneras de retinto. La herencia árabe se adivina en aderezos como la miel de caña o el dulce típico: el alfajor, una delicia a base de miel hervida con especias. Aprendemos su artesana elaboración en el obrador de Las Trejas, con el maestro Fermín legatario de una tradición que ya va por la quinta generación de su familia.
Una cena con vistas.
La mejor terraza de la ciudad se ubica en la plaza Mayor. Y es, como su nombre indica, La vista de Medina. Momento para brindar con un vino blanco de la tierra como aperitivo a un menú con un suave salmorejo o champiñones rellenos de salmón y bechamel. Bajo el restaurante asoma una sugerente piscina con acogedoras habitaciones de las que se intuye que es difícil hacer ánimos para salir a explorar la ciudad.
En pleno centro, restaurante tradicional es El caliche, con un menú de sabores gaditanos con un toque creativo que se acaba convirtiendo en una fiesta para el paladar.
Otra parada emblemática en esta ruta gastronómica por Medina es el señorial restaurante El Duque, con las mejores croquetas de rabo de toro que he probado (y sin estar en Córdoba). Me costará olvidar el hojaldre de ibérico y ese rissotto… No podía dejarme mejor sabor de boca esta visita a Medina Sidonia.
Agradecimientos: muchas gracias a Turismo de Medina Sidonia y a mis amigos de A tomar por mundo por invitarme a participar en este #MedinaSidoniaExperience.
AETCADIZ
Hermosas palabras para un hermoso lugar. Muchísimas gracias a ti y a tus compañeros por compartir tantos detalles y encantos ocultos de Medina Sidonia tanto en el blog como en redes sociales 🙂
¡Cuando volváis a Cádiz os esperaremos con los brazos abiertos!
cosmopolilla
Muuuchas gracias, ¡deseando volver a Cádiz!
Un abrazo
Los Pobres También Viajamos
El nombre del lugar me parece evocador; Medina Sidonia suena a civilización lejana.
Y lo de La Janda es casi como mi pueblo, pero con una letra de más, la «d».
Bonitas imágenes y bonito relato.
cosmopolilla
Je je buena comparación, un abrazo