Puerto Viejo, Costa Rica
América Costa Rica

Puerto Viejo a ritmo de reagge

Escrito por la
el
14 marzo, 2016

Los irregulares charcos del camino son la única prueba de que la tormenta tropical que me despertó de madrugada no fue producto de un mal sueño. El sol brilla en lo alto y el mar está tranquilo. Dejo atrás Tortuguero y la mítica noche del desove de las tortugas en la arena. Me espera un largo camino hasta Puerto Viejo de Talamanca bordeando el Caribe en dirección al sur, rozando la frontera con Panamá. Para mí, uno de los sitios imprescindibles que ver en Costa Rica por su buen rollo y ambiente, además de las playas y paisaje.

Could you be loved and be loved?
Could you be loved, wo now!  And be loved?

Mapa Puerto Viejo Costa Rica

Google Maps

Un casado para comer en una soda del camino, acompañado de una fresca cerveza imperial para combatir el intenso calor pegajoso. A pesar de estar en agosto, la época de lluvias o su «invierno», como lo llaman los ticos, el termómetro no baja de los 30 grados.

casado

Casado: frijoles, carne asada, arroz y yuca

Puerto Viejo, zona fronteriza con Panamá.

La primera vez que oí hablar de Puerto Viejo fue en boca de mi amiga Eva, una mallorquina con la que coincidí en un trabajo esporádico. Me contó que aterrizó en Costa Rica para unas vacaciones de tres semanas; se quedó ocho meses. Y no se volvió porque quisiera… Otra conocida me explicó poco después, entre cervezas, su amor por la pura vida: desde que la descubrió hace tres años siempre gasta aquí todo el verano. Tengo muchísima curiosidad, lo confieso.

Por fin, a media tarde me recibe Puerto Viejo, provincia de Limón. Un pueblo caribeño rodeado de selva, con casas de madera pintadas en vivos colores y barquitas de pescadores meciéndose en una playa de palmeras. Parece el pueblo del Malibú y el famoso «me estás estresando». Sí, es tal y como lo imaginé…

Puerto Viejo, Costa Rica

Puerto Viejo, Costa Rica

Could you be loved and be loved?
Could you be loved, wo now! And be loved?

Buscar alojamiento fuera de la calle principal, por cierto la única con asfalto y acomodarse en este pequeño paraíso a donde muchos extranjeros han llegado buscando refugio. Rastas de todos los tamaños, indumentarias hippies, colores jamaicanos, olor a maría y sobre todo reagge. Las notas de «buen rollismo» se escapan a través de las ventanas sin cristal, al ritmo del que se balancean las hamacas sujetas entre columna y columna en la siesta de la tarde. Apenas hay coches, a favor de las bicicletas.

Escuela de Puerto Viejo

Escuela de Puerto Viejo

Elegimos el hostel Cabinas Casa Verdes, integrado en un enorme jardín en el que relajarse leyendo junto a las flores con zumo de guanábana. Me acompaña el aleteo de los colibríes. En la tierra los cangrejos azules remueven en busca de un tesoro escondido. O puede que sólo intenten hacer callar a las ranitas rojas, que por la noche cantan compitiendo con las aves nocturnas hasta hacerme dormir.

Ranita roja en el jardín del hostel

Ranita roja en el jardín del hostel

Llamado antiguamente Old Harbour, conserva el aire de pueblo fronterizo.  Su cultura afrocaribeña y angloparlante se palpa en cada esquina, a pesar de los intentos del gobierno de Costa Rica por desmantelarla. Puerto Viejo es de esos lugares en los que uno tiene la sensación de que el mundo se ha detenido. De que el tiempo se dilata y se desliza tan lentamente como los jirones de nubes blancas que van decorando el cielo y se desplazan a ritmo de brisa.

Puerto Viejo, Costa Rica

Puerto Viejo, Costa Rica

Días que pasan entre un baño en las aguas cálidas y cristalinas del mar Caribe, mientras los surferos buscan la «Salsa Brava» mar adentro. Dicen que ésa es la ola más poderosa de Costa Rica.  Alquilar una bici y recorrer los 8 km de sendero entre piñas, cocos y plataneras hasta Punta Uva, en Manzanillo, una de esas playas que parece irreal, sacada de un folleto de catálogo de viajes a la isla perdida. Hacer snorkel en sus arrecifes de coral. En este extremo comienza la selva frondosa e inaccesible, en cuyas profundidades ruge el jaguar.

Could you be loved and be loved?
Could you be loved, wo now! And be loved?

Playa de Manzanillo

Playa de Manzanillo

Otra jornada para aventurarnos por los senderos del Parque Nacional de Cahuita, un bosque al borde del mar donde en sus manglares habitan caimanes; en sus copas, monos aulladores que protestan por la intromisión y se alejan enfadados. De hoja en hoja vuelan mariposas gigantes de tonos amarillos y azules. Por la orilla, mapaches celosos corretean al escuchar mis pasos protegiendo a sus crías.

Cahuita

Cahuita

Al anochecer, ceviche de camarones para cenar, preámbulo de unas brochetas de pescado asadas en las ascuas de una hoguera junto al rumor de las olas. En el nuevo día toca volver a ponerse en camino, a internarse en la selva virgen de Corcovado al borde de otro océano… No voy a negar que me cuesta despedirme de Puerto Viejo. Que fantaseo en silencio con la idea de quedarme aquí varada un tiempo, como mi amiga Eva. Como varios europeos que comparten bar esta noche conmigo.  Pido un cóctel de frutas frescas de postre. Empieza un concierto de música reagge que suena a pura vida.

Bar de Puerto Viejo

Bar de Puerto Viejo

Could you be loved and be loved?
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