Nueve cosas que no sé hacer cuando viajo…
Queridos amig@s,
Hoy os traigo un post divertido e informal. Declaro que he sucumbido a las cadenas que circulan por las redes sociales y he sido nominada por los chicos de Compass Trip a citar «nueve cosas que no sé hacer cuando viajo». ¡Vamos allá! Confesiones a la de una, dos y tres…
Y es que, por mucho que lo intento, cuando viajo no soy capaz de…
1. Aceptar con buen humor el agua fría.
O tibia, escasa, salada… Esos baños asiáticos con agujero y cubo. Los calambres de las duchas en Brasil. Soy consciente de que con esta revelación algún viajero y mochilero «de los de verdad» me dirá: ¡princesita! Sí, sí. Lo llevo un poco regular… Pero, ¡y lo que se disfruta a la vuelta de una ducha auténtica! De esas que el baño acaba con más niebla que Londres en invierno…
2. ¡Bichos noooo!
«Antenudas» que te saludan desde el lavabo cuando vas al baño a media noche. Compañeras de habitación no invitadas en el techo de la habitación en Río. Un enorme ciempiés columpiándose plácidamente en la cortina del hostel de Puerto Jiménez en Costa Rica. Pero que conste que me embadurno de RELEC y me marcho a explorar el corazón de la selva. Ni una legión de mosquitos (a los que, por cierto, les tengo alergia) consiguen quitarme las ganas de aventura y descubrir mundo.
¡Eso sí, a los bichos medianos y de cuatro patas los adoro!
3. Dormir en el transporte en un largo recorrido.
Miro con envidia a mi alrededor en el autobús (por llamarlo de alguna forma) que nos lleva de Yoggy al volcán Bromo: once horas de viaje. Todos se han dormido, meno yo. No sé por qué, pero me cuesta muchísimo. Solución: ¡un buen libro!
4. Dejar de tomarme una birra, cueste lo que cueste…
Aunque su coste sea mayor que el de comer (literal, en Indonesia: un plato de arroz y pollo 1 euro; una cerveza: 3 euros). No puedo resistirme a disfrutar de una jornada de relax entre el trajín y degustar de una rubia espumosa local…
5. Llevar ropa adecuada.
Siempre me equivoco y me falta algo, que acabo comprando en el lugar de destino: una bufanda en las Highlands (¡bajó la temperatura a 5 grados!) una chaqueta en Brasil gracias a una ola de frío y lluvia…
6. Conducir sin liarla.
Ay, ay. Esos baches del volcán Arenal en los que las ruedas del todo-terreno se hunden, esos setos a la izquierda en las carreteritas de Escocia… Sin grandes incidentes, por suerte.
7. Do you speak english?
Aunque me defienda, pueda mantener conversaciones, haga amigos… ¿A quién no se le ha escapado algún tonto mistake? Ejemplo: desayunando en el hostel de Paraty con unos nuevos amigos holandeses. Nos preguntan: «¿qué vais a hacer hoy?» Yo: «ir al parque de pájaros» (pero pronuncié osos, bears en lugar de birds). Cara de sorpresa: «¿hay osos en Brasil?» Yo: «claro, (pensando en pájaros) de muchos tamaños y colores ¿no los habéis visto?» «Por favor, ¡queremos desayunar lo mismo que tú!» Ahí me di cuenta del error… Cara roja de vergüenza. Podía haber sido peor y haber dicho «parque de la cerveza» (Beer Park).
8. Regatear.
No puedo, de verdad. Me da pereza, me produce impaciencia… No puedo perder dos horas en discutir el precio de un bolso en un puesto del Gran Bazar de Estambul o en la Medina de Tetuán. Casi lo dejo… O pago lo primero que me dicen. Así soy de tonta.
9. No comprar souvenirs.
Por último, cuando viajo no puedo evitar comprar algunos típicos recuerdos que engorden mi colección de tazas e imanes, y volver con dos kilos de más en la mochila. Me alegra el día el abrir la nevera con todos esos magnéticos de colores adquiridos en mi último viaje. «Desayunar» una mañana en Costa Rica, otra en Santorini…
¿Y vosotros? ¿Cuáles son las nueve cosas que no sabéis hacer cuándo vais de viaje?
Ahora me toca a mí nominar… (Risa malvada):
Un abrazo viajero 🙂
Irene
Muy fan de alguna de las cosas que no sabes hacer cuando viajas 🙂
Yo con el inglés tengo varias anécdotas muy graciosas, ya que mi nivel es deseablemente mejorable, jaja. Pero lo que más ha llamado mi atención es que colecciones tazas como yo!! a mí muchas me las ha comprado mi madre (es tan madre ella), pero yo también tengo algún ejemplar único. A veces mi novio me las ha roto y quiero matar!!
Un saludo!
Irene
@lacosmopolilla
Ja ja ja ¡eso es lo mejor de los viajes! Las anécdotas… Me encantan las tazas, desde que me compré la de Praga en mi primer viaje sola (quiero decir sin padres, con amigos), allá por el 2002, he mantenido la costumbre. Ya tengo 4 estanterías llenas. Y sí, odio cuando se me rompen o me las rompen. Esa de Praga murió a manos de mi madre (grrrrrr) y otra de Berlín que era preciosa un día se me cayó… Habrá que volver, pues 😉
irenesomoza
Lo mío es curioso porque no quise empezar la colección, pero una vez (no la recuerdo), compré una y continué. Soy un poco «anti-coleccionar» (aunque al final también tengo imanes de recuerdo que le traigo a mi chico), ya que soy en general poco proclive a las compras… así que menos de viaje. Pero tengo una adicción, que es la leche con galletas, así que un día me compraría una por eso y luego no me pude resistir a seguir 🙂
Y ahora desayuno un día en Barna, otro en Sevilla, en Nueva York o Lisboa…
Saludos!!
@lacosmopolilla
Me alegra saber que no soy la única «loca» que abre la taquilla y dice ¿dónde desayuno hoy? Ja ja ja ¡un saludo!
Esparcer
¡Me encanta! No eres la única, yo caigo también en casi todos!!!
@lacosmopolilla
¡Gracias Esparcer! Un saludo