Me estaba esperando. Dicen que es casi imposible divisar el monte Fuji en verano, pues por la humedad permanece oculto bajo un manto de nubes. Dejé atrás Tokio, esa metrópoli apabullante. Me bajé en la estación de Kawaguchiko, casi sin esperanza, con un cielo gris. Mochila en la espalda, comencé a rodear el lago tranquilo como un espejo. Caminé junto a los arrozales. De repente, sopló la brisa del océano. Y apareció ante mí, majestuoso. El gran volcán; el símbolo de Japón. Caí rendida a sus encantos. Esta es la crónica de dos días a los pies del monte Fuji en Kawaguchiko, uno de los lugares míticos del país del Sol Naciente. 

Lago Kawaguchiko

Cómo ir de Tokio a Kawaguchiko.

Rebobinemos. Esa misma mañana me encontraba en la estación central de Tokio hecha un mar de dudas. A pesar de que había tenido claro desde el principio que quería ir a la base del monte Fuji, dada mi fascinación por los volcanes, las probabilidades apuntaban a que no se iba a dejar ver. Pleno verano, húmedo y lluvioso en la isla de Honshu. Las previsiones marcaban tiempo nublado y tormentoso. ¿Iba a tirar dos días de mi itinerario en Japón por la borda? Cómo saberlo… La decisión: ir, pese a todo.

Ubicado a unos 100 km. de distancia, hay tres formas para ir de Tokio a Kawaguchiko: coche, autobús y tren. También se puede contratar una excursión desde Tokio, para quien no quiera complicaciones, y de paso hacer parada en Hakone. Aunque es sencillo ir por libre. La forma más económica: el autobús. 2 horas de trayecto, 1.800 yenes. En verano hay bastante frecuencia, (un autobús cada dos horas desde la estación central) ya que sólo se permite la subida a la cumbre en julio y agosto.

Monte Fuji desde Kawaguchiko

Alojamiento en Kawaguchiko.

Dejar atrás la gran metrópoli de Tokio me resulta un alivio. A través de la ventana del autobús voy admirando un paisaje verde y frondoso con montañas y ríos. Muy diferente a ese Japón de rascacielos y cristal. Desde la estación de Kawaguchiko tenemos que llegar al alojamiento. Dado que estamos en plena temporada, esta vez me pudo la previsión: había reservado un hostel con antelación para una noche, a las afueras de Kawaguchiko. El Hostel E-Joy. En un precioso entorno de bosque y arrozales, ubicado a 7 km de la estación de tren, me sedujo el precio económico, la fotografía de casita de madera y el que ofrecieran bicicletas gratuitas a los clientes.

Salón del hostel, alojamiento en el monte Fuji

Levantarse al amanecer, coger una bicicleta y pasear entre bosques y arrozales, siempre bajo la sombra del Fuji ha sido una de las mejores experiencias de mi viaje de tres semanas por Japón

En bicicleta por el Fuji

Qué ver en Kawaguchiko y alrededores.

Los dos días que pasé a los pies del monte Fuji me dieron mucha paz. Sólo lamenté una cosa: lo corto de la estancia. Si hubiera planificado el viaje ahora, hubiera recortado un par de días en Tokio para pasarlos aquí. Y es que en día y medio apenas si me dio tiempo a dar una vuelta por Kawaguchiko. Pueblo sin mayor interés que su bonito lago, sin embargo en sus alrededores hay otros cuatro lagos más, villas rurales y pagodas que me hubiese gustado explorar con más tiempo.

Mapa del monte Fuji

Lo más popular que hacer en Kawaguchiko: tomar el funicular hasta el mirador del monte Fuji (como daban lluvia no lo hicimos). Visitar los museos que se ubican en las orillas del lago Kawaguchi: el museo de Arte Itchiku Kubota; el Kawaguchikokonohana museum y el Kawaguchiko Music Forest Museum. Mi elección: un paseo por el jardín botánico (Oishi Park) y, tras dejar las mochilas en la consigna de la estación, una pequeña excursión a la pagoda más famosa del monte Fuji: la Chureito Pagoda.

Jardín Botánico y Monte Fuji

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La postal del Fuji desde la Chureito Pagoda. 

El tren desde Kawaguchiko apenas tarda veinte minutos a la estación de Shimoyoshida. Desde ella parte un camino muy bien señalizado que atraviesa el pueblo hasta comenzar el ascenso por la escalinata bajo el gran tori rojo que conduce a la pagoda. El cartel que indica presencia de osos resulta un tanto inquietante, pero no hacen acto de aparición. Sí la lluvia torrencial, pero antes nos deja disfrutar brevemente de las vistas al monte Fuji desde este privilegiado mirador.

Subida a la pagoda Chureito

La pagoda fue edificada en 1963 como un monumento a la paz en la parte alta del santuario Arakura Sengen. De fama merecida, no puedo imaginar la belleza de esta estampa con los cerezos en flor o en pleno Momiji, teñida de ocres y amarillos. Sin duda, un lugar para volver. Sé que el Fuji me espera de nuevo…

Pagoda Chureito

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Publicado por cosmopolilla

La vida es el arte de lo imposible. Licenciada en Comunicación Audiovisual, mi pasión es viajar. Desde 2013 lo cuento en mi blog.

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