Las Médulas
Castilla y León España

Las Médulas, las montañas del oro

Escrito por la
el
8 agosto, 2016

Cuenta la leyenda que una joven astur se enamoró de Tito Carissio, general romano encargado de la vigilancia de la mina de oro de las Médulas, quien despreció su amor. La muchacha desconsolada lloró y lloró hasta que inundó su propia ciudad, la mítica Lucerna, y se formó el lago de Carucedo al pie de las montañas doradas. Aún hoy dicen que habita en estas aguas transformada en ondina, y en la noche de San Juan sale buscando amores. A su regreso al alba se puede contemplar en el fondo las ruinas de Lucerna.

Lago de Carucedo

Lago de Carucedo

Las Médulas, unas minas de oro romanas en León.

Hoy el camino me ha traído hasta la comarca leonesa de El Bierzo, por un paisaje que se ha ido tornando más verde y agreste conforme subía del llano a la montaña. Desde la ventanilla he ido observando los pueblos pequeños y de piedra, con casas de balcones de madera y flores, tejados de pizarra, gatos esquivos y gallinas sueltas. Por fin llegamos a Borrenes, donde he reservado un hotel rural. Me atiende una simpática señora con acento gallego; estamos rozando con la tierriña. ¿Por qué he venido hasta aquí?  Mi intención es internarme por las Médulas, la mayor mina de oro a cielo abierto construida por el Imperio Romano.

Borrenes, el Bierzo

Borrenes, el Bierzo

Marisol, quien regenta el bar de Borrenes y el hotel Cornatel junto con Saturno, es un derroche de amabilidad y nos dibuja un mapa para indicarnos dónde está el acceso a la mina, cómo llegar al mirador y al lago de Caruceno, donde vamos a ir a refrescarnos según dejemos las mochilas debido al sofocante calor. La habitación es pequeña pero acogedora, con un baño nuevo que se ajusta bien al precio de 50 euros la noche. Traje de baño y toalla, y diez minutos más tarde estamos aparcando junto al lago, dispuestos a darnos un chapuzón.

Borrenes, Las Médulas

Borrenes

Un baño en el lago de Carucedo.

Me sorprende la tibieza del agua para ser un lago de montaña. Hay una plataforma de madera por la que pasear en busca de aves acuáticas, pero no vemos ninguna. Deben de estar escondidas debido al calor o la cantidad de gente que se ha acercado hasta esta gran piscina natural a lo mismo que nosotros. El lago de Carucedo es una zona protegida y, pese a la leyenda, es fruto de la mano del hombre: los materiales acumulados de la mina de las Médulas taponaron la salida natural de las aguas del valle, formándose el lago.

Baño en el lago de Carucedo

Baño en el lago de Carucedo

Orellán: un mirador a Las Médulas.

Tras el remojón va descendiendo el sol. Hora de subir por la carreterita a ver el atardecer desde el mirador de Orellán, obteniendo así la primera foto de las Médulas, desde arriba. La panorámica es de una belleza absoluta, perfecta. Bajo mis pies se extiende la hondonada donde sobresalen picachos rojizos, que no es otra que la montaña mellada forrada de bosque.

Atardecer en el mirador de Orellán, las Médulas

Atardecer en el mirador de Orellán, las Médulas

Visita a Las Médulas.

Fascinada por este cuadro de las Médulas me voy a dormir con el canto de las lechuzas de fondo. Las campanadas del reloj del ayuntamiento me despiertan con la emoción de integrarme en el paisaje y caminar entre esa selva que contemplé el día anterior desde las alturas. Saturno nos ha reservado la visita guiada a las cinco de la tarde en el Centro de recepción de visitantes. Hasta allí llegaremos andando por la senda que parte desde el mirador.

Bosque de castaños de las Médulas

Bosque de castaños de las Médulas

Nuestra primera parada tras las huellas de los romanos es en el yacimiento arqueológico de Orellán. Escondido entre encinas y jaras, en un claro aparecen los restos del poblado metalúrgico donde vivían los obreros que fabricaban útiles y herramientas de hierro al servicio de la mina. Unas piedras desgastadas que revelan viviendas humildes cubiertas de paja y pizarra, para protegerse del gélido invierno del norte.

Yacimiento arqueológico de Orellán

Yacimiento arqueológico de Orellán

Continuamos y dejamos el coche en el aparcamiento del mirador. Nos adentramos por las Galerías de Orellán, con un casco en la cabeza. La oscuridad y el fresco reinan en estos túneles que formaban parte de la antigua red hidráulica de la mina romana, siendo este uno de los canales de explotación.

Galería de Orellán, las Médulas

Galería de Orellán, las Médulas

Un bosque de castaños centenarios. 

De vuelta a la luz del día el sendero nos conduce entre castaños centenarios, que parecen sacados de un cuento infantil o de terror, según se mire. Sobre ellos también versa una leyenda que dice que fueron los romanos los que los trajeron y plantaron. A los actuales se les calcula unos cuatrocientos años. Con sus castañas se hacen miel y repostería típica de El Bierzo.

Castaño centenario de las Médulas

Castaño centenario de las Médulas

Hola, ¿está el señor gato montés?

Castaño de las Médulas

Y andando y andando llegamos hasta el pueblo de las Médulas, pequeño, coqueto y tranquilo. Casas de piedra gris con macetas, y de nuevo gallinas y gatos que nos miran con extrañeza.

Iglesia de las Médulas

Iglesia de las Médulas

Gallo y gallina, las Médulas

Gallo y gallina, las Médulas

Tras comer un rico bocadillo de cecina leonesa y descansar un rato estamos listos para recorrer la senda corta con la guía, quien nos cuenta la historia de la mina milenaria mientras bordeamos sus crestas y aristas, llamadas «picuezos», apuntando al cielo. La arenisca va tornándose anaranjada con el sol poniente.

Senda corta, las Médulas

Senda corta, las Médulas

Los pueblos prerromanos que habitaban estas tierras ya conocían la riqueza que se escondía en sus entrañas y bateaban los ríos en busca del oro. Los romanos fueron mucho más allá y orquestaron una tremenda obra de ingeniería que modificaría este paisaje para siempre: trazar túneles que minaran por dentro la montaña, cubrirlos de agua y derrumbarla, para después separar y depurar la arenisca hasta obtener el preciado mineral. Como si de una manzana se tratase, fueron mordiendo bocado a bocado la montaña, haciéndola estallar.

Las Médulas desde la Encantada

Las Médulas desde la Encantada

Este trabajo tan duro era ejercido por los astures, antiguos moradores antes de la llegada de los romanos. Unos sesenta mil según las crónicas de Plinio el Viejo, para extraer al año unas veinte mil libras de oro. Aunque estudios posteriores detallan que fueron muchos menos y nunca fueron esclavos del Imperio.

Galería, las Médulas

Galería, las Médulas

El sendero asciende hasta la Cuevona y la Encantada, dos impresionantes cavidades donde la inmensidad de la antigua mina romana me rodea y sobrecoge…

La Encantada, las Médulas

La Encantada, las Médulas

La mina se explotó durante 250 años y fue abandonada en el siglo III de nuestra era. La vegetación entonces reclamó lo que era suyo y poco a poco fue extendiendo sus brazos abrazando los picos, formando un tupido bosque de robles, encinas y escobas, en este singular paisaje donde se mimetiza la acción del hombre y la naturaleza.

Paisaje de las Médulas

Paisaje de las Médulas

Cerca de las minas de las Médulas, dentro de la comarca del Bierzo, encontramos un paraíso de paz y naturaleza: Peñalba de Santiago y el valle del Silencio.

Las ruinas de un castillo templario.

Retornamos por la senda de las Valiñas hasta el aparcamiento. Este día me despido del sol en los muros del castillo medieval de Cornatel, una fortaleza templaria cercana a Borrenes, con el ondulado paisaje de El Bierzo desdibujándose en el horizonte.

Castillo de Cornatel

Castillo de Cornatel

El camino seguirá hasta otro castillo más grande e importante, el de Ponferrada. Pero esa será ya otra historia…

Atardecer en el Bierzo

Atardecer en el Bierzo

Visita las Médulas. Datos prácticos:
  • El paisaje cultural de las Médulas es Patrimonio de la Humanidad.
  • Precio de la visita guiada a las Médulas: 3 euros. Duración: 2 horas.
  • Precio de la entrada a las galerías de Orellán: 3 euros

El artículo contiene «enlaces de afiliados«. Esto no genera ningún cargo extra pero si compras o reservas mediante estos enlaces me ayudas a seguir con el blog. Todo lo que recomiendo es siempre basado en mi experiencia.

TAGS
11 Comentarios
  1. Responder

    Flavia

    11 agosto, 2016

    ¡Ohhh! Cómo me gustan las Médulas, no me canso de verlas. Siempre lo digo, es un lugar que no parece de este mundo y que, extrañamente, lo hemos hecho los humanos. Debería de ser más conocido a nivel, al menos, nacional.

    ¡Gracias Patri por hacerme volver mediante tu relato a una de mis tierras adoptivas :-)!

    Flavia

    • Responder

      cosmopolilla

      12 agosto, 2016

      Hola Flavia, qué bien que las conozcas. A mí es una visita que me ha gustado mucho porque se mezcla naturaleza y cultura. Como he dicho por ahí, tiene que ser espectacular visitarlas en otoño con los castaños rojizos o en invierno con el paisaje blanco.
      Un abrazo

  2. Responder

    irene

    14 agosto, 2016

    Ohhhh Divino lugar, al que tengo mucho cariño porque está en la provincia que me ha acogido toda la vida en la época estival 🙂

    aunque tengo que decir que soy lo peor y no conocí Las Médulas hasta el año pasado… la zona y el lugar tienen un encanto brutal y ha sido genial redescubrirlas a través de tu relato, genial como siempre.

    Para la siguiente visita a la zona, te recomiendo el valle del Silencio, Ponferrada y el Palacio de Canedo!!!

    besotes,

    Ire

    • Responder

      cosmopolilla

      14 agosto, 2016

      Muchas gracias, Irene. El castillo templario de Ponferrada lo visité el tercer día de vuelta a León y me encantó, tengo pendiente escribir un post sobre él 🙂 el valle del Silencio me lo apunté después de leer tu post, nada más el nombre ya motiva.
      Un abrazo

  3. Responder

    Juan Manuel

    15 agosto, 2016

    Qué hermoso lugar!
    Me encantó! Me recordó a un lugar que se llama los Terrones aquí en Argentina que son formaciones con ese mismo color, muy bellos!
    Averiguaré si ambos son del mismo tiempo geológico o es pura casualidad y capricho de la naturaleza!
    Abrazos y que sigan los buenos rumbos!!!

    • Responder

      cosmopolilla

      16 agosto, 2016

      Hola Juan Manuel, no conozco los Terrones de Argentina, pero las Médulas aquí en León como cuento en el post no son capricho de la naturaleza sino pura mano del hombre, son las minas romanas a cielo abierto más grande del mundo.
      Un saludo

DEJA UN COMENTARIO