Arroz con pitu caleya en La Salgar, donde comer en Gijón
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Gijón, comer y cantar

Escrito por la
el
19 mayo, 2016

Viajar a Gijón es un despertar de los sentidos: la vista, que no puede despegarse de sus paisajes siempre verdes; el olfato, respirando aire puro a monte y mar, lluvia y pura naturaleza; el oído, estimulado con el rumor de las olas y la música de gaitas; el tacto, descubriendo la aspereza de la corteza de un carbayo o la suavidad de la hierba fresca; y sobre todo el gusto, el sabor de todo lo bueno de este mundo concentrado en cientos de viandas que comer hasta no poder más… Y es que esta ciudad marinera me apasiona, siendo parada obligatoria en una ruta por Asturias en coche de uno o varios días.

Jardín Botánico de Gijón

Jardín Botánico de Gijón

Todo ello es lo que he vivido y disfrutado, una vez más, este fin de semana en Gijón, con una propuesta muy especial: que lo consumido fuera de producción ecológica y sostenible. Así pues… ¡Siempre es un placer volver a Asturias!

Fresas de producción ecológica

Fresas de producción ecológica

Viaje gastromusical a Gijón, tierra asturiana.

¿A qué sabe Gijón?

Gijón sabe a mar…

Al borde del Cantábrico sirven un pescado fresco y sabroso, cocinado de tantas maneras como la diversidad de sus profundidades. Mi entrante preferido es el pastel de cabracho, un pez de roca suave y untado en crujiente pan tostado. Aunque esta vez he probado otras deliciosas variedades como el pastel de centollo en La Cuadra de Antón, el primer restaurante – sidrería que compensa la huella de carbono.

Pastel de centollo

Pastel de centollo, comer en Gijón

Gijón sabe también a bocarte fresco, abierto y despinado. A los calamares en su tinta de El Candil en el barrio del Carmen, a espaldas de don Pelayo. Y a merluza fresca de Tazones en La Salgar, dentro del Museo del Pueblo de Asturias, con una estrella Michelín. Pero antes, para abrir boca, unas cucharadas de crema de sardinas.

Calamares en su tinta, comer en Gijón

Calamares en su tinta, comer en Gijón

Echa un vistazo al Gijón de ayer y hoy: un paseo por la historia de la mayor ciudad de Asturias.

Gijón sabe también a marisco, como los erizos y las almejas que acompañan a las fabes dándole un toque marino exquisito. O un sabroso pulpo a la brasa acompañado de verduras. A un bocadito de Atlántico en un torto de lomo de atún fresco con pimiento asado.

Surtido de tortos en La Cuadra de Antón

Surtido de tortos en La Cuadra de Antón

Gijón sabe a montaña…

A esas manzanas pequeñas que en los llagares fermenta y sale el preciado líquido, la sidra. En Asturias más que una bebida es una religión. Un ritual de hermandad entre paisanos. Pese a lo que parezca, el arte de escanciar es complejo y no lo puede hacer cualquiera: el buen escanciador tiene que, además de tener puntería, hacer que rompa bien en el vaso y echar la cantidad justa al culín. ¡Salud!

Mejillones y calamares, Comer en Gijón

Mejillones y calamares, Comer en Gijón

También sabe a carne de extrema calidad: la del pitu caleya, un pollo de corral criado en  libertad. La carne de gocho de raza autóctona, llamada astur-celta.

Arroz con pitu calella, La Salgar, comer en Gijón

Arroz con pitu calella, La Salgar, comer en Gijón

Y por supuesto es famosa la ternera asturiana, con la que se elabora el popular cachopo: un filete relleno con jamón y queso (o incluso pimientos, cabrales, setas… Hay concursos de variedades) ¡yo no puedo acabarme uno!

Cachopín en la Laboral, Gijón

Cachopín en la Laboral, Gijón

Asturias es el país de los quesos. La leche de primera que dan los pastos verdes en las queserías tradicionales se transforman en auténticos manjares, desde los más suaves a los más fuertes; de los más crudos a los más curados… ¡Me gustan todos! El cabrales, un Afuega’l Pitu, el Franxon, el Rey Silos, la Peral… ¿Quién se apunta a una degustación en La Gijonesa?

Cata de quesos y cerveza en la Gijonesa

Cata de quesos y cerveza en la Gijonesa

Esa villa marinera de mi tierra asturiana donde las olas del mar te despiertan de mañana. Ese Gijón que quiero y que tanto adoro, ese Gijón de ensueño es un tesoro… («Gijón del alma»)

¿A qué suena Gijón?

Qué mejor que acompañar este festín con melodías tradicionales. Si el buen comer es una religión en Asturias, la música está íntimamente ligada a esta devoción: una fiesta, una espichá, una fiesta de prao o una celebración familiar no son tal si no forman parte de ella el bailar y el cantar. Ambas tradiciones combinadas son una buena muestra del alma del pueblo asturiano.

Piñera, Asturias

Virginia de 365 Sábados Viajando convertida en Piñera, Asturias

Así, los instrumentos que sirven para cocinar como el mortero o las cucharas de madera, las botellas labradas de cristal a las que frotar con algo metálico, o la piñera, para separar y colar el grano, también hacen las veces de instrumentos de percusión con los que marcar el ritmo.

Mortero y cucharas de madera

Mortero y cucharas de madera

Otros sonidos típicos que inducen a bailar y a cantar son las cuerdas rasgadas del violín, las frotadas de la bandurria, sobre cuyas notas se entonan los romances y las folías. Aunque nada más característico que la zamfoña o la gaita, que con sus melodías celtas nos trasladan directamente al océano y a sus escarpados acantilados.

Tambor y gaita asturiana

Tambor y gaita asturiana

Con este ritmo de fondo hay que animarse a danzar unos bailes asturianos: la jota, los juegos por parejas en corro, cogidos de la mano… Diversiones ancestrales y sanas, que sirven para abrir el apetito de nuevo para comer otro plato de fabada.

¡La vida en Gijón es comer y cantar!

Gracias a Turismo de Gijón por la invitación al blogtrip #Gijónsostenible16.

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8 Comentarios
  1. Responder

    Mar Vara

    23 mayo, 2016

    Suelo ir bastante a menudo a Asturias y Gijón es uno de los sitios de visita obligada. Este post me ha hecho recordar lo bien que se come allí y me han entrado unas ganas enormes de volver. Además de un hambre que no veas, al leer la descripción de esos manjares.
    ¡Parece que disfrutaste de lo lindo!
    Un abrazo

    • Responder

      cosmopolilla

      25 mayo, 2016

      Sí, qué rico estaba todo, qué ganas de volver a Asturias 🙂
      Un abrazo

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