La Cosmopolilla
Nací en Motril, un pueblo de la costa de Granada el 9 de julio. Algo que aprendí muy pronto, tanto, que no recuerdo cuándo: ésa fecha era importante, al menos lo suficiente para dar su nombre a varias avenidas al otro lado del mundo. Lo que sí recuerdo es las ganas que tuve desde entonces de pasearme por ellas y sentirme, de una forma tonta e infantil, que era un poco su “dueña”. Con diez años los Reyes Mágicos me hicieron el mejor regalo del mundo: un atlas. Cuántas tardes viajé con la imaginación deslizando el dedo sobre ciudades, países, ríos y montañas. Y es que, desde bien pequeña ya soñaba con viajar…
Andaluza y motrileña.
El hecho de ser del sur de Granada me ha dejado su huella imborrable: mi inspiración, el mar, con cuyo sonido me reconcilio con el mundo cada vez que regreso a casa. Y también la montaña: me encanta hacer senderismo y perderme en la naturaleza. Amo a los animales. El espíritu Lorca no sé si me impregna a veces de drama y otras de poeta. Me gusta la Historia y el Arte, la música indie genuina (los Planetas, Lori Meyer, Niños Mutantes) aunque de pequeña pasara muchos años aporreando el piano, sin que de ello mis padres hicieran carrera. De lo que sí que la hicieron es cuando me fui a Málaga a estudiar Comunicación Audiovisual. Ay, ¡qué tiempos! Aquellos maravillosos años universitarios… Descubrí la pasión por el cine, soñaba con escribir, con viajar, hasta reportera de guerra quería hacerme…
De Málaga a Madrid, a esa ciudad que te atrapa y por la que siento odio y amor a la vez. Aquí comencé a trabajar en Marketing, ¡nada que ver con lo “mío”!… ¿Cómo era aquello de “la vida es lo que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes”? Fue empezar a ganar un poco de dinerillo e invertirlo en aquello que me hacía más feliz que nada en el mundo: ¡viajar! Ese atlas que de usarlo tenía celo en las esquinas por fin se materializaba en realidad…
Como afición: VIAJAR.
Primero una fiebre incontrolable de recorrer las ciudades europeas: bello París, cosmopolita Londres, romántica Praga… Roma, Lisboa, Amsterdam, Budapest, Florencia, Atenas, Berlín, Munich, Bruselas, Edimburgo… A intentar buscar en los últimos años culturas y experiencias “diferentes”: dormir en plena selva en Costa Rica, despertarme con la llamada a la oración del almuédano en Turquía, quemar incienso en un templo hindú de Bali, empaparme los ojos con el vapor de las cascadas del Iguazú en Argentina. A descubrir que VIAJAR abre la mente y cura de prejuicios. Que los límites, sólo los pones TÚ. Amigas: la enfermedad se agrava ¡y es incurable!
Northernlightsdreams.
“Sueños de las luces del norte” fue mi primer blog, creado en febrero de 2013. ¿Por qué empecé a escribir? ¿Una manera de desenterrar a mi periodista interior frustrada? El caso es que no tuve atino con el nombre. La inspiración, un viaje a Islandia que acababa de realizar dos meses atrás. De esos que te impactan y te cambian por dentro… Y al volver ya no eres la misma. ¡Y eso que no vi la aurora boreal! Lo conseguí mucho después… En Noruega Ártica.
Con el afán de seguir con esta afición, y es que realmente me siento feliz cuando escribo, cuando comparto mis experiencias, cuando os cuento los lugares y paisajes que he visitado, los colores, olores… Lo que he sentido y me ha emocionado. Aunque sólo sea para mí misma, ¡a pesar de que me quite horas de sueño! Me apunté, en 2014, al Taller de periodismo de viajes de la Escuela de El País, impartido por un gran viajero al que admiro/odio/envidio: Paco Nadal 😉 En él y de él aprendí muchas cosas. Lo más urgente: ¡cambiar el nombre al blog! Largo, farragoso, imposible de recordar…
La cosmopolilla
Así nació la cosmopolilla. Un nombre que me hacía gracia y que desde hace tiempo venía usando en mi cuenta de Instagram. Inventado por un amigo de Córdoba, muy “gracioso” (porque los de Graná no lo somos, tenemos mala follá) que me llama así porque dice que “siempre ando de aquí para allá”. Durante dos años más continué escribiendo, más o menos regularmente, en esta bitácora viajera de manera muy personal sobre todos los viajes que iba haciendo por el mundo, intentando trasmitir olores, colores, sensaciones… Siempre que el trabajo en la agencia de marketing me lo permitía. Hasta que en el verano de 2016 di el paso: comencé a dedicarme al blog a tiempo completo, sin oficina, sin ataduras…. Un gran salto al vacío sustituyendo la cómoda vida de oficina por lo que siempre soñé: vivir viajando.
Sigamos soñando caminos…
“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.”
(Antonio Machado)